¿Visitar Auschwitz?


¿Visitar Auschwitz?
Los que me seguís por Twitter y Facebook sabéis que he empleado los días libres que tenía esta pasada Semana Santa viajando por Polonia. Cuando llegado al sur del país fuimos a ver Auschwitz. La noche antes nos planteamos la moralidad o la inmoralidad de visitar turísticamente la sede de una de las mayores monstruosidades [...]

Los que me seguís por Twitter y Facebook sabéis que he empleado los días libres que tenía esta pasada Semana Santa viajando por Polonia. Cuando llegado al sur del país fuimos a ver Auschwitz. La noche antes nos planteamos la moralidad o la inmoralidad de visitar turísticamente la sede de una de las mayores monstruosidades del ser humano.

Tenía claro que quería ir y sabía que la visita no iba a ser agradable. Hacía años había visitado el campo de Dachau, cerca de Munich, y repentinamente se había apoderado de mí una sensación agobiante y opresiva, lo que en un lenguaje coloquial podríamos denominar “sentir mal rollo”.

Auschwitz representa el sufrimiento humano y la producción industrial y absolutamente inmoral de ese mal. Asumir esas sensaciones es asumir la memoria de lo que sucedió y que, en otros lugares y de otras formas, no ha dejado de suceder a lo largo y ancho de nuestro planeta.

Auschwitz es tierra de la excepcionalidad, es un lugar donde el tiempo tiene que detenerse necesariamente porque supera todo lo que se haya visto o leído. No lo hace porque se recree morbosamente (cualquier película es mucho más expresiva), sino que el estar provoca una ruptura entre la vida personal y cotidiana y la memoria obligatoria de la Humanidad.


Archivado bajo:Ética, Historia, Polonia, Turismo
Posted originally: 2010-04-09 18:27:08

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