La pesadilla de los residentes de Fernández 7 solo acaba de comenzar. Los daños estructurales provocados por la demolición de un edificio colindante han sido tales que el inmueble, cuyos propietarios se negaron a vender a la promotora que está llevando a cabo los trabajos, tendrá que ser derribado. Han perdido su hogar.

En la mañana de este sábado una unidad del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento (SEIS) ha acudido junto a la Policía Local para que los vecinos afectados pudieran recoger sus pertenencias más personales. Tenían miedo de que el viejo inmueble pudiera colapsar.

A la búsqueda in extremis de un lugar para dormir por parte la familia propietaria del edificio se ha sumado la carrera contrarreloj de los inquilinos del piso de arriba, que han tenido que encontrar la manera de realojar a su perro ante la declaración de ruina de la que hasta ahora era su casa.

Y es que ya ayer, de manera improvisada, tuvieron que buscar un lugar alternativo para pasar la noche, dejando atrás todas sus posesiones. El acceso fue precintado y ellos quedaron fuera.

Afortunadamente, sin un acuerdo con la empresa -que tan solo ofreció alternativas poco realistas como compensación por los perjuicios- un amigo de la familia les ha cedido su piso. Ahora tendrán que buscar una solución más permanente, ya que todo apunta a que no podrán volver.

La angustia de los residentes de Fernández 7 comenzó hace ya tiempo, cuando la promotora que construirá viviendas en el solar adyacente les hizo una oferta para adquirir la propiedad y poder levantar más pisos en ella. Una tentativa que la familia -dueña y residente- rechazó.

Les ha salido caro. Hace tres días comenzaron las obras de demolición del inmueble contiguo y las grietas comenzaron a extenderse por la pequeña casa, que soporta en uno de sus muros toneladas de escombros.

El "peligro de derrumbe" certificado por un notario pagado por la misma empresa que trató de comprar su casa fue el tiro de gracia. La Policía Local y los Bomberos se personaron en la calle Fernández para persuadir a los residentes de que abandonasen sus hogares, que ya no resultaban seguros.