INVOLUCIÓN

La segunda etapa de la UCD en el Gobierno fue especialmente dura. Paro interno, desconfianza externa, inestabilidad política, crímenes de distintas bandas asesinas y constantes rumores de sables desdibujaban el panorama social. En todo este magma, el peligro de involución se mascaba a diario en un ambiente en el que el precario equilibrio político sentía, sin embargo, la presión de una calle con ansias de Libertad.

Mociones de censura, intentonas de golpes de Estado sobre intentonas de golpes de Estado y 23-F (turbio episodio que, nos digan lo que nos digan, nunca se terminó de aclarar) poblaban crónicas periodísticas, tertulias y reuniones ciudadanas. Con una opinión pública firmemente comprometida con la Democracia (o al menos parte de ella, pero muy activa) y hábiles movimientos políticos de varios partidos, el peligro de la involución quedó barrido con las elecciones del 82, verdadero inicio de la nueva etapa. Después, de estos vertiginosos acontecimientos, todo parecía indicar que el término “Involución” había quedado en los manuales de Historia y para la memoria de quienes vivieron tiempos que ahora parecen prehistóricos.

Sin embargo, y sacados de aquella era cuaternaria, la tozuda realidad nos devuelve unos signos que resultan brutalmente peligrosos, y para muestra, varios botones: Analizando datos objetivos, vemos que la tasa de pobreza ha aumentado brutalmente al tiempo que la protección social ha caído en picado y que los derechos adquiridos son ya mero papel mojado, o camino de serlo. Los tajos pegados al Prepuesto en materia de Educación o Sanidad muestran, muy a las claras, un retroceso impensable e intolerable hasta hace muy poco. La alusión a la estabilidad presupuestaria obra milagros porque nadie, o casi, osa ya decir nada, dando por bueno el mero hecho de poder seguir pagando la hipoteca... que ya es mucho por los tiempos que corren, dicho sea de paso. Pero ahí no queda la cuestión. La impunidad (o casi) de los delitos de abusos de poder, o los tics reaccionarios de los “Chicos de los recados” hacen rememorar tiempos pasados en los que, parafraseando a Unamuno, vencían porque tenían la fuerza pero no convencían porque no tenían la razón…pero claro, convencer no es precisamente un verbo que les importe conjugar. Como guinda del pastel, la atonía de ambos partidos es tal que se permiten el lujo de ni siquiera prometer cosas coherentes a sabiendas de que, si bien la amorfa masa votante (o sea, usted y yo) ya no cree en ellos, sí les votarán por el simple pasatiempos de ver un cambio de cara aunque tengamos la certeza de que, venga quien venga nada cambiará a mejor. De pena. Paso atrás también en todo lo tocante a religiones. Surgen radicalizaciones que sólo nos llevan a un enfrentamiento estéril, como si morir, amar, rezar o llorar fuese distinto de una creencia a otra. Estos posicionamientos extremistas de unos y otros nos van a terminar involucrando (sin comerlo, ni beberlo) en situaciones diametralmente opuestas a lo que predican con fervor. Y a esto nadie reacciona, curioso… Resulta pues evidente que, aquí, Al Sur del Edén, nos hallamos inmersos en una suerte de gueto sociológico en el que estamos sufriendo, aunque no queramos darnos cuenta, una sutil pero clara involución de marcado carácter fascista en todos los frentes, sin que pase nada, o casi. Mi mañica preferida no se cansa de repetirme que ya casi no podemos presumir, como clamaban los poetas, que si bien apenas nos dejan decir quienes somos, aún nos queda la palabra... porque hasta eso nos están cercenando con nuestra servil aquiescencia. Al paso que vamos, pronto no nos podremos ni mirar al espejo de tanto permitir vejaciones, pero claro, digo yo que a todo se acaba uno acostumbrando…. Mientras tanto, las campanas ya van doblando, así que, de forma discreta, no vaya ser que molestemos a los mercados, preparemos el luto por la Libertad…. ya saben, lo normal en tiempos de Involución.