Inaceptable e indigno

Editorial


En vídeo el fragmento de la intervención de Verdejo en el Pleno./archivo

“Inclusión y diversidad juvenil, LGTBI. Desarrollar actuaciones que permiten la integración e inclusión de todos. ¿Es que la gente que se identifica dentro del colectivo LGTBI no está integrada? No sé. ¿Tenemos que integrar a Carolina Pérez o Yolanda Bel, señor Vivas? No lo entiendo. ¿Es que hay personas que no están integradas? Yo creo que no hace falta (…) Basta ya de chiringuitos LGTBI. Basta ya de poner cualquier excusa para financiar eso”. Este pasaje de la intervención del portavoz de VOX en la Asamblea de Ceuta, Carlos Verdejo, puso el colofón a un desmadre de insultos y descalificaciones de lo más variado y amplio en sus dianas, el pasado lunes. Era su intervención durante el debate para la aprobación inicial de los Presupuestos Generales de la Ciudad para 2022, en los que el partido apenas sí insinúo alguna propuesta y explicitó, eso sí, una pléyade de descalificativos que evidencian cuál es su posición política y su visión de la ciudad que aspiran a Gobernar. De forma muy sintética, Ceuta, para VOX, es un infierno de delincuencia, violencia y corrupción en el que sobran todos los que por sus costumbres y estilo de vida encajen dentro de lo que ellos consideran marroquí, feminista, socialista o LGTBI. Su estilo tabernario en la tribuna, reiterado Pleno tras Pleno, es inaceptable e indigno de la cámara en la que recae la soberanía de todos los ceutíes.

Sus intervenciones groseras y maleducadas, llenas de faltas de respeto gratuitas, intolerancia y odio, que nada aportan a la construcción de la sociedad, están siendo amplificadas una y otra vez por los medios de comunicación nacionales; y ellos mismos a través de sus redes sociales se encargan de difundirlas. Difunden así, aunque no sean conscientes de ello, una imagen de Ceuta que no se corresponde con la realidad, por más que les duela. Ellos solos están haciendo más por manchar la imagen de Ceuta que cualquier otra circunstancia.

Ceuta está necesitada del cariño y el aprecio de todos los españoles -más tras lo vivido en mayo- y de sus instituciones. Y su actitud no hace sino trabajar en sentido contrario. Cuando no son directamente sus hechos. Tras la crisis de mayo, el resto de autonomías se ofrecieron a aliviar la enorme carga social que suponía tener más de un millar de menores marroquíes en la ciudad. La respuesta de VOX fue la contraria. Condicionó en las autonomías en las que tenía influencia como Andalucía y Madrid la acogida de menores de Ceuta. A ellos lo que les interesaba no era el bienestar de los ceutíes, sino que el problema se enquistara para poder continuar en el dibujo de una realidad de Ceuta problemática, aunque eso repercutiera en el malestar de sus convecinos y en la saturación de los recursos de acogida de la Ciudad y del Estado. No digamos ya ese bien superior que es el bienestar de un niño. “Cuanto peor, mejor”.

Para VOX, las personas LGTBI no tienen un problema de falta de respeto social, da igual lo que digan las estadísticas, los informes y los estudios, da igual incluso que ellos con sus discursos contribuyan a su desprecio y marginalidad, a elevar una presión social que durante décadas, y por desgracia aún hoy, mantiene en los armarios, por temor a la reacción familiar y social a muchas de estas personas. Como representantes de parte de la sociedad ceutí y española han elegido que su labor, sus esfuerzos y sus discursos no tienen que ir dirigidos a abrir las puertas y abrazar al diferente, sino a atrancarlas y a señalar con nombres y apellidos de forma pública como hicieron en el debate. Absolutamente inaceptable.

Una actitud hacia el colectivo LGTBI que es análoga a la que mantienen hacia las mujeres, los musulmanes y los inmigrantes

Pero tras el desmadre y el desbarre de su portavoz, Carlos Verdejo, señalando personas por su condición sexual, su jefe de filas, salió a culpar a los medios de comunicación de la reacción airada del Pleno, cuando no de la sociedad, por señalar a personas por su orientación sexual. ¿Los medios de comunicación, los poderes fácticos, le dijeron a Carolina Pérez que se indignara en apenas 30 segundos que pasan desde la alusión de Verdejo hasta que irrumpe en el salón de Plenos? ¿Acaso los diputados acuden a los Plenos con un pinganillo conectado a esos medios y poderes y les dijeron de forma inmediata que saltaran ante el último exabrupto de su discurso? ¿O le dictaron a Vivas por vía interna que dijera lo que dijo nada más terminar su primera intervención?

“Este señor lo que quiere es que hoy se tenga que levantar el pleno. Ha vertido aquí comentarios sobre personas que no están aquí, además con una carga peyorativa verdaderamente repugnante”, acertó a señalar el presidente.

Cargar contra los medios de comunicación y sus periodistas es habitual para VOX. No contra todos, sólo contra quienes no les gustan, como hacen con el resto de la sociedad. Sus jefes nacionales prometieron cerrar medios. Vetar a periodistas y cabeceras en sus actos, para ellos, es lo normal, lo habitual, lo decente, aunque sea un acto dictatorial y antidemocrático de suma gravedad, tanta que el Supremo ya les ha condenado por esa práctica. Les da igual. Ellos aspiran a que periodistas y cabeceras se plieguen a reproducir su visión de la sociedad torcida por el odio y si cuestionamos o desmontamos con datos su visión de la realidad y no nos limitamos a reproducir sus mentiras, entonces somos malos profesionales. Medios comprados. Para todo aquel que no les dé palmas tienen siempre algún descalificativo, generalmente seguido de una amenaza. Argumentos pocos o ninguno y generalmente sustentados sobre inexactitudes o mentiras. Allá ellos.