Por fin Vivas ha sido claro. Es de agradecer. 'Al margen de ser o no comunidad, somos ayuntamiento y la españolidad está consolidada'. Así se lo ha dicho el Presidente de la Ciudad Autónoma de Ceuta a la directora del diario decano de la ciudad. Se publicaba el domingo 14 de junio, día del Corpus Christi, a pocas fechas de la esperada visita de Chaves, el flamante Vicepresidente tercero y ministro de Política Territorial del Gobierno de España. El de las 'lagrimas de cocodrilo' cuando recuerda su infancia en las calles de Ceuta.

Si uno repasa el contenido de las entrevistas a ambos políticos y, también, la que venía en portada del mismo diario, que se hacía eco de un informe del experto José María López Bueno, ex Vice-consejero de Economía de Melilla, sobre el riesgo de pérdida de cerca de 200 millones de euros previstos por la Unión Europea para la Cooperación Transfronteriza entre España y Marruecos, por la negativa de Marruecos a aceptar el estatus de las Ciudades Autónomas, las cosas comienzan a estar infinitamente más claras que hace un año.

Efectivamente, para ambos políticos todo se reduce a más dinero y más subvenciones. Al parecer no es suficiente con que por Ley 53/2002, de 30 de diciembre, de Medidas Fiscales, Administrativas y del Orden Social, en su artículo 11 se contemplara la compensación para la garantizar la evolución de la recaudación por el IPSI en las ciudades de Ceuta y Melilla, en una cantidad igual a lo recaudado en 2001, más el incremento del coste de la vida. Ahora se pide que se nos compense del déficit ocasionado por los servicios transferidos, que alcanzaría la cifra de 30 millones de euros anuales, según cálculos locales, dadas nuestras especiales condiciones. Evidentemente, Chaves no da cifras, pero exige 'lealtad institucional' de ambas ciudades, para que el Gobierno de la nación siga siendo 'sensible' con nosotros.

 

Ni se habla de desarrollo económico sostenible. Ni de la crisis económica del comercio. Ni del desempleo. Ni de las avalanchas de porteadores. Ni de las necesarias relaciones transfronterizas con Marruecos. Ni del impacto del desarme arancelario en nuestra ciudad. Ni de las reglas de origen. Ni del necesario estatus de Comunidad Autónoma, para lograr la equiparación jurídica con el resto de territorios. Nada de nada. Sólo se limitan a hablar del dinero que nos van a dar para seguir comprando nuestro silencio. Es la cultura de la subvención en estado puro. El modelo de economía colonial del que España dotó a todas sus provincias de ultramar desde el siglo XV. Nada nuevo bajo el sol.

 

Vivas es feliz con que Ceuta sea un Ayuntamiento. De esta forma, según él, la españolidad está garantizada. ¿Pero alguien había dudado esto alguna vez, aparte del asesor de Zapatero para la Alianza de Civilizaciones, Máximo Cajal?. Chaves también está contento recordando sus felices días de infancia en Ceuta y prometiéndonos que siempre llevará a Ceuta en su corazón. Quizás por eso la Comunidad de Andalucía que presidió se benefició de los fondos europeos para la colaboración transfronteriza con Marruecos, mientras que en Ceuta y Melilla es posible que se pierdan, gracias al empecinamiento del reino alauí, y al pasotismo de nuestras instituciones, nacionales y europeas, que prefieren seguir adelante con la Política Europea de Vecindad, sin exigir nada a cambio a Marruecos respecto a su postura con ambas ciudades. Provincianismo de la peor calaña. Profesionales de la subvención y el clientelismo. Miseria política en su máxima expresión.

 

Manuel Mandianes nos explicaba en un magnífico artículo sobre el origen del Corpus Christi, en el diario El Mundo del pasado 11 de junio, que el ser humano, para poder sobrevivir a la eclosión de la naturaleza y domeñar brujas, diablos y espíritus indefinidos, organiza, desde tiempo inmemorial, las fiestas de primavera, siendo el Corpus Christi la culminación de todas las fiestas de primavera para el ámbito cristiano.

 

Que hayan coincidido en esa festividad Vivas y Chaves, haciéndonos unas declaraciones tan reveladoras sobre el futuro político de Ceuta y Melilla, quizás no haya sido tan casual. Posiblemente nos quieren lanzar el mensaje subliminal de que, para poder sobrevivir, debemos domeñar los diablos del pasado y amoldarnos al espíritu de la 'lealtad institucional', es decir, a la sumisión permanente a cambio de una pequeña subvención.

 

El problema es que, a este paso, Vivas se está convirtiendo en un Alcalde pedáneo de Moncloa, al que llaman Presidente. Esperemos que no acabe siendo también un Alcalde pedáneo de Tetuán.