Acaban de celebrarse las jornadas sobre el 'Día del emprendedor' en Ceuta. Al igual que el año pasado, la asistencia de público ha sido un éxito. Alumnos, profesores, empresarios, autoridades municipales, prensa. La calidad de las ponencias y el prestigio de los ponentes, fuera de toda duda. Como en aquella ocasión hice, desde aquí doy mi más sincera felicitación a los organizadores, tanto instituciones, como personas.

 

Sin embargo, las jornadas de este año han sido especiales, bajo mi punto de vista. Fundamentalmente por el mensaje de esperanza que se ha querido transmitir a nuestros jóvenes, en unos momentos de crisis económica un tanto delicados. Y también a otros menos jóvenes en edad, pero con las mismas ilusiones que ellos. Aunque, quizás se hubiera dado una visión más amplia y real del mundo en que vivimos, si el mensaje se hubiera construido, también, en otras direcciones. Una. Analizando las causas profundas de la crisis económica. Por ejemplo la codicia de muchos empresarios. Otra. Ofreciendo una visión más social y responsable del emprendedor. Por ejemplo, hablando de los emprendedores sociales. Aquellos que tienen las mismas cualidades que cualquier empresario, pero que su objetivo no es obtener beneficio, o lucro personal, exclusivamente. O también, hablando de la Responsabilidad Social Empresarial, esa gran idea impulsada desde la ONU, y que tanto odian los empresarios ultraliberales, que desprecian al Estado cuando ganan mucho dinero, pero que lo adoran cuando reclaman su ayuda para rescatarlos de su crisis.

 

Respecto a la primera idea, David Bornstein, en su libro 'Cómo cambiar el mundo', nos explica que los emprendedores sociales representan para el cambio social lo que los emprendedores de negocios para la economía. Y nos cuenta historias maravillosas de ingenieros que han ayudado a llevar electricidad a zonas pobres de Brasil, donde las grandes compañías no llegan por la supuesta 'falta de rentabilidad'; o de enfermeras capaces de montar una gran red de ayuda domiciliaria a pacientes de sida en Sudáfrica, prácticamente desahuciados por las instituciones públicas.

 

Respecto a la segunda, Reinhard Mohn, empresario con más de cincuenta años de experiencia al frente de la editorial Bertelsmann, en su libro 'La responsabilidad social del empresario', propone los principios humanísticos basados en la motivación de los colaboradores y en el desarrollo de técnicas eficaces de dirección que faciliten la delegación de responsabilidades, frente al axioma de la máxima rentabilidad económica. Y también la asociación sin ánimo de lucro Economistas sin Fronteras, en su reciente libro 'Cómo fomentar la inversión socialmente responsable en España', nos da un visión bastante amplia de este concepto, ofreciendo el punto de vista de expertos que pretenden servir de puente de unión entre el sector empresarial y la sociedad civil.

 

Todos estos libros, y algunos más, se encuentran en la Biblioteca de nuestra Facultad de Educación y Humanidades de Ceuta. Yo invito a los alumnos y público asistente a las jornadas de emprendedores a que los lean. De esta forma podrán completar la visión que, como decía antes, les ha faltado a estas magníficas jornadas.

 

Por lo pronto, y esto es muy positivo, se han materializado diversas ideas innovadoras en forma de proyectos, que han presentado distintos grupos. Unos de la Universidad, y otros del ámbito privado. Y se han premiado los tres proyectos que el jurado ha considerado los mejores. Uno de ellos, que es el que más conozco, desarrollado por tres alumnos del último curso de Ingeniería Informática de Gestión de Ceuta, Shamsher, Miguel Angel y Rubén Jesús, con un encomiable espíritu de investigación y estudio, y con una perseverancia dignas de admiración, se enmarca en el sector industrial de las nuevas tecnologías y generaría un plus de beneficio derivado de la aplicación de las reglas de origen. De esta forma se podría obtener una ventaja comparativa respecto a la competencia, que compensaría las dificultades inherentes a nuestra situación geográfica. Y ello no tendría que ser incompatible con nuestro ingreso en la Unión Aduanera. El problema estaría, como siempre, en la voluntad política de las autoridades nacionales para ayudar a ese sector de la población ceutí que no quiere vivir de la subvención pública, y que se resiste a la idea de vivir eternamente del Estado. En lo que al ámbito académico respecta, al menos se ha podido comprobar, con satisfacción, que estos tres estudiantes están imbuidos del auténtico espíritu de esfuerzo y autodisciplina que debe imperar en la Universidad. Estoy seguro que serán unos magníficos profesionales en el futuro. Mi enhorabuena a ellos. También al resto de participantes.

 

En cualquier caso, el valor de los referidos proyectos ha sido doble. Por un lado, porque de esta forma la Universidad se muestra como una institución útil a la sociedad. Es lo que se pretende con la reforma que tenemos en marcha. Conseguir una formación basada en competencias, es decir, que dé respuesta a los perfiles profesionales que la sociedad demanda a los titulados universitarios, para así construir la denominada Sociedad del Conocimiento. Quizás éste sea uno de los caminos. Y por otro lado, por el valor que tiene el no resignarse a la fatalidad, y seguir pensando que esta tierra tiene futuro, siempre que nos dejen construirlo.