Antes de que alguien se me tire a la yugular para decirme que Waco no está en Virginia, sino en Texas, les diré que no me he equivocado. En realidad, el título hace alusión a una anécdota que me sucedió en Virginia. Procedo con el relato:

 

En el año 1998, el instituto donde imparto clases llevó a cabo un intercambio de alumnos con Estados Unidos. Era el segundo que hicimos, ya que el año anterior habíamos estado en Atlanta. Como ya se pueden imaginar, la experiencia fue de lo más enriquecedora, sobre todo para el grupo de 15 alumnos que convivieron durante un mes con una familia americana, practicando el idioma y aprendiendo y compartiendo costumbres. Los profesores acompañantes también nos alojamos en casas de otros profesores. La jornada de trabajo era sencilla: por la mañana los chavales asistían a clases en el instituto al cual iban sus anfitriones y por la tarde hacíamos alguna visita cultural o simplemente cada uno la pasaba con su familia postiza.

Muchas mañanas, los profesores que fuimos de acompañantes dábamos alguna clase de español o simplemente esperábamos que acabase la jornada escolar para intercambiar impresiones con nuestros muchachos. Durante esos intervalos de espera, solíamos ir a desayunar a una pequeña cafetería que había enfrente del centro. Allí nos atendía cada mañana un simpático hombre mayor afroamericano. El primer día no le dimos importancia, pero a partir del segundo día nos fijamos en que, cada vez que nos traía el café y le dábamos las gracias, el contestaba “waco”. Al principio pensábamos que era algún tipo de slang afroamericano, pero no caíamos en lo que en realidad estaba diciendo.

Y así un día y otro día…hasta que mi compañero le pidió a la profesora en cuya casa se hospedaba que nos aclarase el significado de aquella coletilla que el camarero respondía, ya que ella también era afroamericana y posiblemente entendiese mejor lo que el simpático camarero nos quería transmitir. Asi que una mañana, rompiendo el protocolo de desayunar en el instituto, Rita, que así se llamaba la compañera, decidió acompañarnos para ver qué era aquello de “waco”. Seguimos los mismos pasos de siempre: pedimos el desayuno y cuando nos trajo el café y las tostadas nosotros le dimos las gracias. Acto seguido, él volvió a responder con el misterioso vocablo “waco”. Rita nos miró entre divertida y molesta (“¿Para esto me habéis hecho salir del instituto”? parecía pensar) y finalmente estalló en risas al ver las caras de paleto que, posiblemente, tendríamos en aquel momento. Lo que el camarero nos estaba diciendo no era “waco” si no “welcome”, en clara respuesta a nuestro “thank you”. La respuesta completa es “You’re welcome”, que sería algo así como nuestro “de nada”. Lo que ocurre es que esa escueta respuesta dicha con acento afroamericano sonaba como les he contado anteriormente. Ya saben, cosa de los acentos y variedades de una lengua.

Saludos.