Desde que Juan Vivas llevase a Pedro Gordillo al sillón invisible de dirigente de la Ciudad, el PP ha orquestado una campaña de narcotización de Ceuta que ha servido para convencer a los ceutíes de que viven en una Arcadia floreciente de riquezas y boato, en un paraíso terrenal en el que los hados colman de bienes a los humildes mortales. Una circunstancia que explica por ejemplo que una ciudad en la que se ven ratas paseando tranquilamente a plena tarde obtenga un 7,11 en la calificación de la limpieza. Una ciudad en la que los aspectos peor valorados sean los de vital importancia como empleo y vivienda, pero ya se sabe, pudiendo ir a ver a David Bisbal qué le importa a uno no tener ni para comer ni para vivir, si ya llegará el día en el que alguien me pueda enchufar en el Ayuntamiento. Obras públicas, jardines y fiestas. Pan y circo. El PP ceutí ha cogido la trayectoria populista del GIL y la ha elevado a la máxima perfección. Ceuta se hunde, pero Juan "es muy buena persona".
Una política de maquillaje de la realidad perpetrada desde la legión de mamporreros oficiales de Gordillo y Vivas. Periodistas sin alma, carne de servilismo, capaces de escupir las mentiras más abyectas con tal de mantener sus puestos de privilegio y sus sueldos agradecidos. Escarnio y vergüenza de una profesión que te lleva lo mismo a insultar a alguien para convertirte posteriormente en un periodista de su más absoluta confianza. El panorama de los medios de la comunicación se ha convertido, como casi todo el espectro económico de Ceuta, en un campo de clientelismo y corrupción, en el que el dinero y las subvenciones vuelan a unos pocos bolsillos concretos a cambio de prebendas y favores.
La mentira ha hecho creer a los ceutíes que todo va bien, que la ciudad está cada día mejor, cuando lo cierto es que no somos más que una cáscara reluciente y pavimentada a golpe de obras millonarias y gastos superfluos para esconder una realidad podrida y deleznable. Pocos son los que se atraven con una voz libre a denunciar la triste realidad de este Gobierno, el peor que le ha tocado padecer a Ceuta en muchos años, y que ha convertido el infausto recuerdo de dirigentes como Francisco Fráiz o Antonio Sampietro en dulce memoria de líderes añorados. Rodríguez Zapatero ha transformado a González en una figura histórica, Juan Vivas a Antonio Sampietro en Winston Churchill. Lo más triste es que llegará el día en el que el castillo de naipes se vendrá abajo, y como Casandra no nos quedará más que el amargo consuelo de reiterar sin descanso "lo advertimos".