El 22-M no ha pasado desapercibido

- Este gobierno solo piensa en una cosa a la hora de juzgar y valorar la manifestación del 22M, minimizar el número de personas que asistieron y reflejar enormemente los actos violentos.

Sobre el baile de cifras relativas a los manifestantes en el que las cuestiones políticas han vuelto a ser el único instrumento de medición, unos dicen que han sido 50.000, otros que 40.000 y algunos cifran hasta en 2 millones los manifestados. ¿Qué importa cuántos eran?, eran muchísimos y representaban una petición generalizada, legítima y necesaria, los que ahí estuvieron y se manifestaron cívica y pacíficamente nos representaban a muchos de nosotros.

Sobre los episodios violentos solo puedo decir, que son de una miseria moral y humana extraordinarias, los radicales carecen de ideología, les hubieran dado igual cualquier excusa, no hay contestación ni desobediencia civil desde la violencia, espero y deseo muy sinceramente que sobre ellos caiga el peso de nuestra “plegada” justicia, como también lo espero, para con aquellos policías que se hayan excedido contra ciudadanos pacíficos.

El pasado 22 de Marzo, lejos de ver a ricos y acomodados, se pudo observar a gente mayor, muy mayor, gente del campo, trabajadores humildes, parados, estudiantes, gente con muchas inquietudes y que desean una España mejor. Gente, que seguramente en las vacas gordas no se hicieron económicamente poderosos y que ahora, son los primeros olvidados. Personas que merecen la dignidad de aspirar (como todos nosotros) a algo más. Los grandes medios de comunicación no han reflejado esto, solo han querido poner uno de sus audaces reporteros al frente de las noticias e imágenes violentas, esto es lo que se vende, no han querido profundizar en la verdadera razón de esta manifestación, han fomentado descaradamente la teoría del olvido y lo han llevado a la práctica. Cuando hay miserias, los que no la viven o la sufren, no miran hacia ella, así con ese proceder se creen impunes y a salvo.

A raíz del 22M, la alcaldesa de Madrid, la impresentable Ana Botella, quiere que las manifestaciones no se realicen en el centro de la capital, dice que hay muchas zonas históricas que proteger. Esto, es una excusa para sacar a las manifestaciones fuera del “cogollo”, que nos vayamos al perímetro de la autopista, ahí, donde nadie nos escuche y donde no se moleste. Esto no se puede permitir, esto supone volver a aprobar leyes que fueron derogadas hace 50 años, esto que ella propone, solo aumentara la crispación y la protesta ante los abusos que maltratan a las personas más débiles de nuestra sociedad. Una sociedad dañada profundamente por los muchísimos recortes establecidos y los índices gravísimos de paro y pobreza que existen actualmente en nuestro país, mientras la clase política y financiera mira hacia otro lado.

Y es que manifestaciones como esta última ocurrida no interesa a este gobierno, son muchos los despropósitos que han intentado realizar para que pasara sin pena ni gloria, ha hecho todo lo posible para hacer tratar de que fracasara las marchas del 22M sobre Madrid. Primero, pegaron en las puertas de aquellos medios sumisos al poder, intentando que se enmudeciera y no se hiciera mención a todo aquello que se relacionara con la partida de las múltiples movilizaciones que habían partido desde deferentes puntos del Estado Español en dirección a la capital, ni una información, ni un solo dato, nada que pudiera poner en conocimiento de la ciudadanía que para el 22 de marzo había prevista una concentración que se esperaba multitudinaria, la “sordina” sobre la movilización fue total, absoluta y sospechosamente unánime. Y la verdad es que al Gobierno no le faltaba razón en lo que “hacia”.

El 22M ha constituido un fenómeno nuevo, inédito, sin un historial que proporcionara pistas a quienes manejan las clavijas del aparato represivo que actualmente utilizan. En primer lugar porque las movilización no era el resultado de una convocatoria formal realizada por las organizaciones y sindicatos habituales que gozan de la confianza del estamento que les financia. Estas, han partido de organizaciones sociales base, algunas de ellas experimentadas en “batirse el cobre” en la movilización callejera, no parecía responder a los parámetros de lo que hasta entonces habíamos conocido, las reglas del juego han sido distintas. Y es que, en definitiva, el 22M ha mi humilde entender, ha demostrado por el momento algunas cosas. Entre ellas, que hay un sector de la sociedad que empieza a comprender donde está la clave que permite detectar al “enemigo”, ya no son aquellas concentraciones –pero también comprensibles- del descontento que emergieron al calor del movimiento del 15M.

El mapa social de la lucha de clases ha empezado a redefinirse con claridad para mucha gente, especialmente jóvenes, posiblemente en este camino, queda mucho por avanzar y las próximas etapas continuaran siendo todavía muy inciertas. De la visión y habilidad de nuestra actual sociedad, dependerá que el proceso de nuestra recuperación del estado de bienestar perdido se acelere, o por el contrario, pueda terminar encallado.

El 22M, pese a quien pese, ha sido un éxito y, a su vez, un peligro incipiente para el sistema. Pero con un solo éxito no se gana la guerra, queda todavía por recorrer el largo camino de la organización popular, pero todo se andará.