El gran partido “del orden”

El pasado jueves, nuestro portavoz acudió a un debate del diario Ceuta Actualidad acerca de la conformación del nuevo Gobierno. Allí, hubo un momento en el que el representante de Ciudadanos, fiel al estilo de las etiquetas gruesas, acusó a Podemos, en varias ocasiones, de “comunista”, pretendiendo así desacreditar y deslegitimar cualquier argumento que pudiéramos desarrollar. Es curioso que quienes pretenden liderar el discurso del “fin de los rojos y azules” sigan sin darse cuenta de que son, precisamente ellos, quienes se han quedado atrapados en los términos de la política de bloques. Quedan en evidencia y no se enteran.

Aun con todo, pensamos que la falta de argumentario por parte de los voceros del equipo filial del Partido Popular abre una ventana para escapar, aunque sea por un momento, de la dictadura de la inmediatez y el posicionamiento sobre temas diarios —y a menudo faltos de espacio para la reflexión más teórica — y nos permite presentar algunas impresiones sobre el papel de ciertos dispositivos políticos, tanto en la Historia como en la actualidad.

Para darles algo de carnaza a los neomacarthistas de Albert Rivera (homenaje a su gusto por los conceptos de la Guerra Fría) y provocar un poco, nos parece acertado señalar algo que, hace unos días, contaba el compañero Alberto Garzón en referencia a una de las obras del innombrable Marx: El 18 brumario de Luis Bonaparte. En una República, dos partidos monárquicos de diferentes dinastías, los orleanistas y los legitimistas, deciden aparcar sus aparentes diferencias y se fusionan con el fin de frenar el avance del movimiento obrero. Así, dos partidos que a priori parecían representar lo contrario, se unen para defender sus intereses como clase social. Y lo hacen —siendo monárquicos—, para defender una República. Nace así el concepto de “Partido del orden”.

También es en esta obra donde aparece la famosa frase: “La historia ocurre dos veces: la primera como tragedia y la segunda como farsa”. No hace falta ser un lince para percatarse de que hoy, el Partido del Orden está encarnado en la Triple Alianza conformada por PP, PSOE y Ciudadanos. Y así pudo verse en el debate de Ceuta Actualidad, donde los tres coincidieron en cerrar filas frente a los planteamientos de Podemos.

Lo cierto es que la Historia nos ha enseñado mucho acerca del comportamiento de los diferentes actores políticos en momentos de crisis o excepcionalidad. Cuando el sistema económico se muestra incapaz de satisfacer diferentes demandas y comienza a mostrar su verdadera naturaleza, el paso al frente de la ciudadanía organizada en la defensa de los derechos sociales y la ampliación del horizonte democrático, es contestado con fuerza desde un poder que trata de neutralizar cualquier cuestionamiento del statu quo. Por desgracia, durante el siglo XX, esta respuesta ha tenido casi siempre traducciones violentas y criminales.

Basta recordar algunas de ellas. En nuestro país, la victoria del Frente Popular en las elecciones tuvo como respuesta cuarenta años de dictadura nacionalcatólica y militar. El miedo a la influencia del bolchevismo en Italia y Alemania se tradujo en la llegada al poder del fascismo y el nazismo. La población chilena fue reprendida por votar al Gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, asesinado por unos Estados Unidos que prefirieron un Chile gobernado por el terror pinochetista, única manera de imponer la privatización neoliberal del estado. La táctica del miedo al otro siempre ha funcionado para el mantenimiento de los privilegios y la injusticia.

Hoy, ese miedo al empoderamiento popular tiene expresiones menos dramáticas. Para devolvernos a la desregularización salvaje anterior a la Primera Guerra Mundial no hacen falta dictaduras ni golpes de estado; basta con golpes “de partido” y organizaciones nacidas del seno del poder económico que no vacilen a la hora de denominar “comunismo” a la defensa de la democracia y “centro” al autoritarismo de mercado. Nos tendrán enfrente, también en Ceuta. Porque su orden no es más que el desorden para la mayoría.