La Ley Orgánica del Embudo

- Tras los pasados comicios electorales aparece en España una situación inusual para con lo que todos los españoles y españolas estábamos acostumbrados hasta el momento.

Las nuevas fuerzas políticas han entrado con fuerza fragmentando como nunca el Congreso, lo que debería suponer “cambiar el chip” acerca del uso que se le debería dar al término “dialogo”. Por contra, el 20D cada vez está más lejos y parece que aun seguimos en campaña electoral.

Tal vez de verdad queramos cambiar aquella “vieja política” que no solo parecía instaurada en los diferentes estamentos de poder a lo largo de nuestra breve historia democrática, sino también grabada a fuego en el genoma del españolito medio, lo que, tal vez denoten a ese “y tú más” como una cuestión endémica de nuestra propia sociedad.

Debido en parte a un discurso vacío de contenido, una mala estrategia de campaña o de constituirse como la marca blanca blanca del Partido Popular, C´s no ha dado la talla a pesar de contar con un candidato que maneja el discurso en los medios de una manera más que correcta. Casi todas las encuestas nos mostraban a Ciudadanos como la llave que los dos grandes partidos de este país necesitaban para gobernar, sin embargo sus objetivos no se han cumplido y parece que están como locos por subirse al carro de cualquier pacto que se pueda producir.

A Podemos le pasa lo contrario, poseen un programa serio, han completado una buena campaña pero cuentan con un candidato muy formado que está superado por su propio ego. Sin embargo, ahora, debido a la búsqueda de nuevos comicios con los que obtendrían unos mejores resultados, son los que más trabas ponen a un posible pacto de izquierdas con la ocurrencia de proponer a un Presidente del Gobierno independiente (que les pregunten a los italianos que tienen experiencia al respecto) o a los favores que se les debe a la marea de la Sra Colau promoviendo “el derecho a decidir” en lugar de supeditarlo a cuestiones que afecten al conjunto de la ciudadanía.

En la ecuación no puede faltar un Partido Popular totalmente desconocido. Los últimos cuatro años han estado gobernando en contra de los ciudadanos que más necesitaban de esas políticas sociales tan necesarias en los tiempos que corren, sin embargo y tras la perdida de más de sesenta diputados (en parte por la herencia de Bárcenas, de la Gürtel, de los recortes, del rescate a los bancos, de haber sido vapuleados en los diferentes debates celebrados en campaña electoral...) se muestran abiertos a cualquier tipo de pacto les cueste lo que les cueste por no perder el poder. Esa lista más votada, debido a la situación generada por las políticas impuestas en la anterior legislatura los ponen como la autentica minoría absoluta, esa que genera tanta desafección en la mayoría del electorado como en el resto de interlocutores en los posibles pactos.

Por su parte, es el Partido Socialista, debido a los resultados obtenidos es el que tiene la llave y acierta en no responder a las primeras demandas de Rajoy. Sin embargo el juego no ha hecho más que empezar, toca valorar todas las posibilidades pero siempre sin traicionar a un electorado que no admitiría tirar por la borda los valores de mi partido. De la misma manera, considero que Pedro Sánchez se equivoca al cargar con el peso de la negociación de manera exclusiva, ya que el PSOE no es un partido presidencialista y son los Comités los que imperan en materia de política de pactos con otras formaciones (hecho que algunos olvidan), para colmo los barones tampoco aciertan al manifestarse en los diferentes medios cúando no toca respecto a lo demandado por Podemos en el tema del derecho a decidir, y que puede convertirse en un talón de Aquíles en materia territorial. Recuerdo con mucho cariño aquello que aprendí de que “primero era Ceuta y luego el PSOE” y no entendería al que por el mero hecho de mirarse el ombligo realice una dejación de funciones, porque en política se está por la gente y no por la endogamia partidista del continuo mirar de puertas para adentro.

Como en toda negociación se debe incluir la figura del mediador. Tal vez, en esta ocasión, la Jefatura de Estado pueda servir para algo de una vez por todas, el hecho de que Felipe VI haga de interlocutor tal vez sirva como herramienta para conciliar ánimos y egos. De lo contrario habría que valorar mantener a esa figura decorativa que, como El Almendro, se asoma por nuestras casas por Navidad.

De nada sirve hablar por hablar, en beneficio de todos y todas las líneas rojas deberían ser bermellón y no rosa palo. Toca acabar con políticas lesivas para los más desfavorecidos, terminar con todo aquello que iba en contra de las mayorías, derogar la Ley Mordaza y la LOMCE, recuperar la IVE, enterrar la Reforma laboral y los recortes...Es el momento de tener altura de miras y no de intereses personales. Hacer auto crítica y, a la vez, hacer un ejercicio de responsabilidad. Es el momento de dialogar y ceder, de esta manera realmente ganaremos todos y todas.