Dicen que uno de cada tres jóvenes utiliza mal los métodos anticonceptivos. Desde luego, no hace falta ser un lince para saber cómo no dejar embarazada a una chica. Y las chicas deberían saberlo aún mejor. En su cuerpo están todos los mecanismos de hacer hijos, en nuestro cuerpo se genera el milagro. El sexo sigue siendo un tema tabú en los colegios, en las familias. Algo completamente absurdo teniendo en cuenta que es algo natural y que, hagamos lo que hagamos, nuestros hijos comenzarán a tener relaciones sexuales en la adolescencia, como las tuvimos nosotros, por cierto.
Los niños enseguida comienzan a hacer preguntas y muy pronto se les puede contar que los críos no llegan de París. A su manera, tienen reacciones sexuales bien conocidas por todos. Y, ¿por qué negar lo evidente? ¿Por qué no contarles esa preciosa historia de cómo se hace y crece una criatura en el vientre materno? No es nada complicado. Sólo hay que hacerles saber cómo funcionan los cuerpos, las sustancias y los ciclos. También hay que hablarles de los riesgos de cada anticonceptivo. Y, cómo no, desde siempre hablarles de amor y deseo. No se justifica que chicas y chicos hechos y derechos no sepan usar preservativos, lo menos dañino para la salud de ellas. No se justifica que algunos varones piensen que si una mujer los lleva en el bolso, es que es un poco fresca. Eso es mala educación. Pésima. Eso es no haber progresado en igualdad y sabiduría. Eso es un fracaso social, que conduce al fracaso personal: el tener que tomar píldoras postcoitales, malas para la salud, o peor aún tener que sufrir un aborto con su trauma correspondiente.
Hay que hablar con naturalidad de ovarios, de menstruaciones, de semen y de placer y riesgos. Hay que dejar de perder el tiempo con mentiras y bobadas y hablar de sexo. Como lo que es. Algo hermoso.