Al conocer el resultado del sorteo, algún compañero periodista de los que habitualmente acuden al Cerro del Espino, apuntaba con cierta sorna que si los directivos del Atlético de Madrid lo hubiesen diseñado a conciencia, seguramente lo habrían hecho peor. La chanza tenía como objetivo señalar lo obvio, el Atlético tiene el camino expedito a la final de la Copa del Rey a poco que las cosas se den como deben. El único pero vendría en octavos, donde el cuadro rojiblanco tendría que medirse al ganador de la eliminatoria entre Villarreal y Celta. Es decir, previsiblemente al cuadro castellonense.
Más allá de ello, el conjunto de la ribera del Manzanares se ha asegurado no encontrarse con los grandes 'cocos' que quedaban en la competición: Barça, Sevilla, Valencia y podríamos incluir en esta lista a un Deportivo que actualmente marcha quinto en el Campeonato Nacional de Liga. Ello significa que el Atlético no se encontraría con ninguno de ellos hasta la finalísima. A partido único, el equipo de Quique Sánchez Flores es muy capaz de vencer a cualquiera de ellos. Viendo las ambiciones colchoneras del año pasado se quedaron en Navidad, cuando el Barça tocó en liza, contar con un sorteo amable supone toda una novedad. Además, por este lado del cuadro también hay otros buenos equipos como Mallorca o Getafe, que en este momento están peleando por entrar en Europa. Decir que el Atlético fue afortunado en el sorteo es casi quedarse corto.
El gran duelo
Como sucediese el año pasado con Atlético-Barça, el equipo catalán volverá a protagonizar la eliminatoria más fuerte de los octavos de final. En este caso, el equipo de Guardiola se medirá al Sevilla y se jugará la vuelta en el Sánchez Pizjuán de la capital andaluza. El resultado de esta eliminatoria generó comentarios y gestos que constataban la importancia de la misma. Para colmo, fue el propio enviado del Sevilla, el vicepresidente, José Castro, el que sacó las bolas que dieron lugar a la eliminatoria estrella
