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Se preveía un amistoso de Mundial en el Vicente Calderón y los 95 minutos que duró el partido no dejaron descontentos a nadie. Mejor dicho, a nadie al que le guste el fútbol. Porque ganó quien lo mereció, quien lo buscó y quien tuvo poder de reacción cuando, al quitar el pie del accelerador se encontró con una piedra en su zapato.
Y es que, como al Barça, a la selección de Vicente del Bosque da gusto verla jugar. Se cree en los jugadores, hay fe que a pesar de que falte alguno o se ponga el marcador en contra las cosas acabaran saliendo. Y con una apuesta futbolística claro. Sea quien sea el rival. Y Argentina, a pesar de los nombres y del historial que tiene a sus espaldas hoy por hoy no está a la altura de la 'roja'.
Sin color en la primera mitad
Desde el pitido inicial el tablero del partido quedo definido. Argentina agazapada, dispuesta a dejarse los pulmones corriendo detrás del balón y el equipo de Del Bosque tocando y tocando. Con sólo una ocasión para los visitantes en el primer tiempo (la vaselina de Di Maria se fue alta), el resto de ocasiones fueron españolas. Sólo Romero y la falta de definición en los últimos metros impidió que el 1-0 de Xabi Alonso tras ser el más listo de la clase en un mal despeje de Romero ampliara el marcador.
Reacciona Argentina
Tras la reanudación, quizás por la bronca de Maradona o por la salida de Puyol del once, la defensa española perdió intensidad. Argentina, más incisiva en la presión, avisó en tres fallos de Higuaín y acabó metiéndose en el partido cuando Allan Kelly vio penalti en una acción de Albiol sobre Maxi. Empate y volver a empezar.
...pero España no pierde la jerarquía
El partido se abrió pero Argentina no se atrevió a ir a por el choque. Recuperó el juego duro de los primeros 45 minutos al tiempo que la selección, ahora con la manija de Cesc y sobretodo con Xabi Alonso crecía y crecía. Del Bosque puso más pólvora con Negredo y sabia nueva con Jesús Navas hasta que Demichelis regaló un penalti con unas manos clarísimas. De nuevo Xabi Alonso fusiló a Romero con un penaltti de libro y aunque el defensa del Bayern trató de redimirse en la última acción, su cabezazo se fue a las nubes. Hubiera sido el 2-2 y hubiera sido injusto. Se mire por donde se mir.