- jueves 02 mayo 2024
El papa Benedicto XVI proclamó hoy en el Vaticano cinco nuevos santos, entre ellos Francisco Coll y Guitart (1812-1875) y Rafael Arnáiz Barón (1911-1938), los dos primeros españoles que eleva a la gloria de los altares y al culto universal en su Pontificado.
Los otros santos son el belga José Damián de Veuster (1840-1889), más conocido como el Padre Damián, el apóstol de los leprosos; la monja francesa Jeanne (María de la Cruz) Jugan (1792-1879), fundadora de la Congregación de las Hermanitas de los Pobres, y el arzobispo polaco de Cracovia Segismundo Félix Felinski (1822-1895).
La proclamación se produjo en la basílica de San Pedro del Vaticano a las 10.33 horas local (08.33 GMT) durante una Misa solemne, a la que asisten los 244 obispos de todo el mundo que participan en el II Sínodo de Obispos para África que se celebra este mes en el Vaticano.
La ceremonia estaba prevista en la plaza de San Pedro, pero debido a la inclemencia del tiempo se trasladó al interior de la basílica. Más de 30.000 personas asisten, entre el templo y el recinto, a las canonizaciones.
Francisco Coll y Guitart fue un sacerdote de la Orden de los Frailes Predicadores (dominicos), misionero y fundador de la Congregación de las Dominicas de la Anunciación de la Beata Virgen María.
Nació en Gombrén (Gerona) y falleció en Vic (Barcelona). Fue beatificado por Juan Pablo II el 29 de abril de 1979.
Fray María Rafael Arnáiz Barón (1911-1938), religioso cisterciense, nació en Burgos y falleció en el monasterio de la Trapa de San Isidro de Dueñas (Palencia). Fue proclamado beato por el papa Juan Pablo II, "como modelo para todos los jóvenes del mundo", el 27 de septiembre de 1992.
La canonización de los cinco nuevos santos fue pedida al Papa por el arzobispo Angelo Amato, Prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, que estuvo acompañado de los Postuladores de las Causas.
Tras las lecturas de unas breves biografías de los nuevos santos y el rezo de las letanías, Benedicto XVI procedió al rito de la canonización, una larga fórmula en latín.
"Con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y la Nuestra, después de haber reflexionado largamente, invocando muchas veces la ayuda divina y oído el parecer de numerosos hermanos en el episcopado, declaramos y definimos santos a los beatos Segismundo Félix Felinski, Francisco Coll y Guitart, Damián De Veuster, Rafael Arnáiz Barón y María de la Cruz Juga".
"Establecemos que en toda la Iglesia sean devotamente honrados entre los Santos", agregó Joseph Ratzinger.
Una vez proclamados santos fueron portadas sendas reliquias de los cuatro al altar donde se celebra la misa, para la veneración.
A la ceremonia asiste una delegación española presidida por el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y de la que forman parte el vicepresidente de la Generalitat de Cataluña, Josep Lluis Carod Rovira, y el vicepresidente del Gobierno valenciano Juan Cotino.
También asisten la subsecretaria de Exteriores y de Cooperación, María Jesús Figa, el consejero de Educación de la Junta de Castilla y León, Juan José Mateos Otero; el presidente de la Diputación de Palencia, Enrique Martín; el de la de Burgos, Vicente Orden, y el alcalde de esa ciudad, Juan Carlos Aparicio.
Por parte de la Iglesia española asisten los cardenales Antonio María Rouco Varela (Madrid), Carlos Amigo Vallejo (Sevilla), Lluis Martínez Sistach (Barcelona), Julián Herranz (Presidente de la Comisión Disciplinaria de la Curia Romana) y Antonio Cañizares Llovera (Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos).
También asisten 32 prelados, entre arzobispos y obispos, así como representantes de las congregaciones a las que pertenecen los nuevos santos.
La delegación de Bélgica la encabezan los Reyes Alberto II y Paola; la de Francia el primer ministro, Francois Fillon, y la de Polonia el presidente, Lech Kaczynski.
En sus cuatro años de Pontificado, Benedicto XVI ha proclamado ya 573 beatos, en su mayoría españoles, y 23 santos.
Hasta ahora, el Papa Ratzinger ha celebrado siete ceremonias de canonizaciones, seis en el Vaticano y una en Brasil, en mayo de 2007.
El Barça es el campeón de la Supercopa de Europa. Los azulgrana se han consagrado al vencer por 1-0 al Shakhtar Donetsk, pero más allá de lo justo que pueda parecer el marcador, lo que da más brillo aún al nuevo título es la manera en que el Barça ha logrado ganarlo.
El FC Barcelona se ha consagrado porque jamás ha bajado los brazos ante la adversidad. No ha sido la estética, marca registrada del juego del equipo, lo que le ha dado la posibilidad de levantar esta, la quinta copa consecutiva en los últimos cuatro meses, sino la capacidad colectiva de trabajo. Esta es la lección mayor que se llevará de Montecarlo el grupo que comanda Guardiola. Que no importan los nombres. Que no importan los egos individuales. Que no se gana juntando un racimo de virtuosos. Sino que las cosas se logran entre todos y yendo todos a una.
El fútbol, por eso, ha vuelto a ser justo. ¿Por qué? Porque el Barça, bien o mal, ha buscado los 120 minutos, los 90 reglamentados más la prórroga de 30, ganar el partido. No ha sabido elegir bien los caminos la mayor parte del tiempo y se ha encontrado con un equipo que ha llevado a la perfección aquel esquema desarrollado por el Chelsea en Stamford Bridge la pasada Champions League y que tantos problemas le causó a los azulgrana. Cerraron los ucranianos todos los caminos hacia el gol. Y cuando parecía que el Barça podía vulnerarle, aparecía el portero Pyatov, seguro, casi inexpugnable.
Las grandes ocasiones de gol del Barça, un equipo que por partido no baja de las 10 o 12 oportunidades para marcar, se han visto reducidas a tres tiros entre los tres palos en los 90' del tiempo reglamentado. Dos de Leo Messi y uno de Henry. Y ha sido en el final del tiempo añadido cuando los de Guardiola han podido encontrar lo que buscaban. En el minuto 119. Messi le dio la pelota a Pedro en una maniobra magistral, de crack. Un pase al hueco en espacio reducido que más que eso pareció un putt de golf. Fino y dañino, que Pedro, Súper Pedro, transformó en una puñalada rematando como un nueve a la vieja usanza, acomodando el cuerpo y adaptando el pie para colocar la pelota lejos del alcance del meta ucraniano, cuando faltaba muy muy poco tiempo para los penaltis. La Supercopa de Europa ya es azulgrana y la manera en que el equipo la ha ganado es lo que debe llenar de orgullo a sus aficionados.
Ahora es momento para celebrar y a lo grande. A partir de este sábado, a pensar en la Liga y en el Mundial de Clubes.