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La mayor inversión de la historia de Ceuta languidece víctima del óxido y el abandono

La mayor inversión de la historia de Ceuta languidece víctima del óxido y el abandono
Pasillo de celdas de la nueva prisión
Pasillo de celdas de la nueva prisión

Ocho de los diez módulos residenciales están cerrados desde la inauguración y los sindicatos alertan que la herrumbre amenaza las estructuras y las instalaciones electrónicas ya no son operativas y han quedado obsoletas. 



El dato es inapelable: solo está en uso el 25% de las instalaciones del centro penitenciario de Ceuta, el equivalente a los presos de la vieja cárcel de Los Rosales. El resto está cerrado desde su inauguración en  2017. Solo dos de sus diez módulos residenciales están activos, poco más de 150 celdas ocupadas de las 634 de que dispone. Apenas cuatro años después de su apertura, la mayor inversión del Estado realizada en Ceuta —140 millones de euros— languidece en su mayor parte víctima del óxido, la obsolescencia y la falta de uso.

Los delegados sindicales de CSIF, UGT y ACAIP salieron la calle esta semana para denunciar las constantes agresiones y tensiones que deben sufrir los funcionarios de prisiones, condicionados por plantillas precarias y convertidos en víctimas propicias al no ser considerados agentes de la autoridad. Una concentración que no quisieron desaprovechar para también recordar a los ceutíes su situación en el centro penitenciario de Mendizabal, completamente equipado pero medio vacío, en el que pese a existir los medios no se utilizan. Un ejemplo estremecedor: un preso peligroso termina en el módulo de ingreso compartiendo espacio con los recién llegados porque el módulo de régimen cerrado, conocido como módulo de aislamiento, destinado a presos peligrosos o alborotadores no ha llegado nunca a utilizarse y permanece clausurado.

Permanece cerrado el módulo de aislamiento y los presos peligrosos se derivan al módulo de ingreso, con los recién llegados: Allí coincide un tío primerizo con la crème de la crème”.

Promesas de empleo y Actividades económica

En su inauguración, en octubre de 2017, el presidente Juan Vivas prometió que “este centro irá creciendo de manera gradual en ocupación, actividad económica y empleo en la ciudad, uno de los argumentos que justificaron la idea de su construcción”. Pero ni una cosa, ni otra. 

Un acto de inauguración al que no asistió el entonces ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, atareado con una incipiente crisis catalana, pero sí el secretario general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Yuste, que insistió en que los 140 millones de euros, que había costado la entonces nueva cárcel de Ceuta, era la cantidad más elevada destinada a la construcción de una prisión en España y la mayor inversión del Estado en la ciudad autónoma: “El centro va a mejorar la capacidad de la Secretaria General de Instituciones Penitenciarias para atender a los nuevos retos y va a permitir que este esfuerzo económico redunde en que los presos con arraigo en Ceuta puedan cumplir sus condenas aquí y que los que están fuera puedan regresar”. Pero también en este caso, ni una cosa ni otra.

Cuatro años después, ocho módulos permanecen cerrados, muchas instalaciones siguen selladas y abandonadas pese a estar recién construidas. Hasta la piscina prevista quedó enterrada. Literalmente: rellenada de tierra.  Instalaciones que requieren limpieza, mantenimiento, que disponen de instalaciones eléctricas, tuberías y sistemas electrónicos y de vigilancia que van deteriorándose lentamente unos y quedándose obsoletos otros, para los que ya no hay recambio “Hay un montón de alarmas, montones de cámaras, las puertas se abren desde afuera con un sistema… Todo eso con el tiempo se va deteriorando. Los sistemas de conducción, las placas solares, el sistema de ventilación, todo eso hay que ir renovándolo. Hay módulos enteros vacíos, departamentos enteros”, explican desde CSIF. “Es una vergüenza, lo que hicieron. No es una prisión para este ciudad, pero nadie reconoce el error”.

“Únicamente dos módulos residenciales están abiertos — subrayan desde ACAIP— Y eso que era la mayor inversión que se ha realizado en Ceuta, casi 150 millones, visto lo visto se podrían haber ahorrado cien millones que se necesitaban para otras cosas”. CSIF y ACAIP coinciden e mencionar el que para ellos es el caso más preocupante: que no haya un módulo de aislamiento y se use el de ingreso “como cajón de sastre”. “Allí coincide un tío primerizo recién entrado con la crème de la crème”.

“Es una vergüenza, lo que hicieron. No es una prisión para este ciudad, pero nadie reconoce el error”.

El caso del módulo de aislamiento no es único. La enfermería tiene dos alas, solo se utiliza una. Hay talleres, cerrados también. Hay un polideportivo que tenía de todo pero en el que no se usa casi nada, aunque es lo único que medianamente se usa. Y no solo es un problema de espacio desaprovechado. La falta de Suso tiene consecuencias: “Los módulos de arriba como sigan así se van caer, con el clima de Ceuta la herrumbe se está comiendo todo. Los sistemas electrónicos ya están fastidiados. Llaman al servicio de mantenimiento de los sistemas electrónicos y dicen que esos sistemas ya están obsoletos”.

Falta personal

Sobras instalaciones y falta personal, insisten los sindicatos.  “Sin personas no puede funcionar nada, es de lógica. Cuando hay una pelea de qué nos sirven las cámaras, de qué nos sirven las alarmas… Tengo que ir yo”, insisten desde CSIF. La reclamación de una mayor plantilla —harían falta 200 funcionarios más para el potencial del centro penitenciario de Mendizábal— es una constante desde que se mudaron de la vieja cárcel de Los Rosales, hoy okupada y condenada a derribo. Pero, pese a mudarse a una prisión mucho más grande la plantilla sigue siendo la misma y el centro no ha sido catalogado de nivel 1.1, como exigen los sindicatos. 

Una catalogación acorde con la capacidad y circunstancias de la prisión inaugurada en 2017 que obligaría a Instituciones Penitenciarias a, por un lado, aumentar la plantilla acorde con la RPT correspondiente y a subir 200 euros la nómina de los funcionarios, un plus del sueldo que solo cobran los altos cargos del centro penitenciario ceutí pero no la plantilla. 

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