El colombiano se ha mostrado extremadamente conversador, agradecido y amable. Tanto es así que el acto ha comenzado con retraso. Al galardonado ha habido que arrancarlo de la exposición en su honor que se puede ver en el propio palacio autonómico para que acudiera a recoger la estatuilla de Laverón. Con una sonrisa constante que reflejaba un gran agradecimiento y un gran placer por el premio ha recibido de manos de Juan Vivas la escultura y después le ha pedido al presidente que "agradezca por él a cada ceutí" el premio.

Tras la entrega oficial, Patarroyo se ha dirigido al público asistente durante más de media hora de glosa sobre su labor investigadora en el campo de las vacunas. La intervención ha sido tan larga, que algunos de los asistentes se preguntaban si el premiado no se habría equivocado y se creía que la conferencia prevista para el doctor era en el acto del Convivencia y no en la mañana del viernes en la UNED. Un discurso en el que Patarroyo ha recordado que la importancia de las vacunas radica en que siempre es mucho más barato prevenir que curar, además de que facilita salvar más vidas. Una labor a la que afirma él se dedica de forma desinteresada desde que su vida cambió gracias a un cómic sobre los logros de Louis Pasteur.  Un desinterés que a su juicio no comparten las multinacionales farmacéuticas, a las que ha dedicado una prolongada diatriba, pese a que ha asegurado que él no tienen ningún odio personal contra estas empresas. El investigado ha recordado que sus trabajos están financiados por subvenciones públicas, por lo que no considera ético lucrarse gracias a ellas.