Mal rollo en el Murube
-El árbitro, desquiciado y desquiciante, vuelve a servir de excusa a Goiko para justificar la incapacidad de su equipo de fulminar a un rival menor -La afición despide con una sonora pitada al cuadro arbitral y a Goiko

El Ceuta dejó escapar una oportunidad única de recortar distancias y acercarse a la cuarta plaza. Los rivales de su entorno o empataban o perdían, todos salvo los intocables, Murcia y Sevilla Atlético y salvo el Cádiz, que sí aprovechó los fallos de los demás para meterse en liguilla. Saltaron los jugadores al césped sabiendo que el San Roque había perdido con el Murcia y que tanto Roquetas como Melilla habían empatado. De nada sirvió.

El equipo se encontró con la fortuna de cara, en el minuto 3 se adelantó en el marcador con un gol de Ormazábal. Centró Guzmán desde la derecha, peinó Mansilla al segundo palo y allí apareció el delantero caballa para no perdonar y rematar a gol.

Con el cero uno, ante un rival menor y con los rivales habiéndola pifiado la tarde de domingo parecía idílica, pero no fue así. Todo se torció.

La plantilla había pedido el viernes a la afición apoyo y reafirmado su compromiso con el club y con el objetivo del ascenso. La grada recibió a los jugadores con una sonada pitada y a pesar de la ventaja en el marcador los comentarios negativos hacia el equipo se sucedían.

La grada es sabía y no le falta razón. El equipo volvió a pecar de falta de espíritu. Dejó que el Almería viviera. No lo remató. El partido fue más que tedioso. Cualquier cosa menos fútbol era lo que se podía ver sobre el césped. El combate parecía para dirimir quién era peor y no quién era mejor.

Y quizás como el partido era tan, tan, tan aburrido, el árbitro apostó por animarlo, para deleite de nadie y disgusto de la afición, aunque eso sí, a Goiko se le arregló el discurso.

En el 62, el árbitro, David Gálvez Rascón, del colegio madrileño decidió que hoy era su día. Y después de varios avisos serios de ceguera transitoria, Gálvez, apostó por prender fuego a la grada. Doble expulsión, roja directa a Lillo del Almería B y a Guzmán. Ninguna de las dos parecía necesaria, en esto coincidieron los dos entrenadores.

20 minutos de tedio después, Javi Navarro caracolea por la banda izquierda cerca del área grande, salva a dos defensas y sale trastabillado, el rival le recupera la pelota, pero Javi Navarro fiel a su estilo, persevera y presiona, con tanto énfasis que hace falta, un tanto intencionada, sí, pero nada grave. David Gálvez, que no había pitado dos más que probables faltas al delantero blanco apenas diez segundos antes, decide expulsarlo con una roja directa.

Apenas cuatro minutos después, el Almería, con superioridad, monta una contra, acaba en falta y a balón parado Jonathan empató el partido después de varios rechaces del portero y la defensa. Fin de la historia.

Poco más, cada decisión arbitral desde entonces acabó con sonora contestación de la grada, encendida como nunca antes con el colegiado. Las iras del público hacia el árbitro lograron disimular en parte el cabreo monumental con el equipo y con el técnico. Aún así, Goiko se fue con un sonoro abucheo, más fuerte aún que los pitos de salida y el escuchado en el descanso. En la despedida la grada juzgó al técnico y le condenó igual que al árbitro.

Un aficionado veterano, de los que ha visto a todos los Ceutas, se marchaba en el 70 exclamando “¡Tenía que empatar el Almería!”, es el mejor resumen de la situación por la que atraviesa el equipo: la plantilla sale en rueda de prensa y pide apoyo a la afición y reafirma su compromiso, dos días después la grada los recibe con pitos, hacen un partido horrible y en el 70 algunos aficionados ya prefieren que la tragedia se consume para no seguir renqueando. Al final el árbitro disimula el enfado con el equipo.

Además de dejar pasar una oportunidad para acercarse al play off -ahora está a cuatro puntos, pero hay dos equipos empatados en esa plaza, Melilla y Cádiz-, el Ceuta sigue transmitiendo la sensación de ser un equipo sin alma, que deambula por el campo esperando que la fortuna le enseñe el camino a la gloria y no buscándola con coraje, esfuerzo y trabajo, el talento se presuponía a una de las mejores plantillas de la categoría; hoy ya, hay que ponerlo en duda.

La semana que viene habrá otra jornada, otra oportunidad, toca ir a Yecla, el equipo está casi totalmente condenado al descenso, el Ceuta sólo tiene una opción: ganar. Y lo tendrá que hacer sin dos de los que venían dando la talla: Javi Navarro y Guzmán. Mas dificultades, parecen poco probables.

Aún hay algo negativo, personas del club, volvieron a perder la calma y los nervios en el túnel de vestuarios, increpando al árbitro. Por increíble que parezca, o no, fueron los jugadores los que esta vez mantuvieron la calma y evitaron que el asunto fuera a mayores impidiendo el paso a miembros de la directiva. El utillero, andaba otra vez, dejándose llevar por su corazón. Y alguien del club volvió a reprochar a la prensa que ésta hiciera su trabajo: “sólo estás para contar lo malo”, le espetó a este periodista. Al menos ya reconoció que lo que acababa de hacer no estaba bien y era “malo”. Un poco de educación y de respeto estaría mejor la próxima vez.

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Mal rollo en el Murube


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