EID AL-ADHA

La Comunidad Musulmana se adapta sin problemas al nuevo protocolo de sacrificio

La Comunidad Musulmana se adapta sin problemas al nuevo protocolo de sacrificio
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Musala en Loma Margarita de este domingo.
No se han registrado incidentes de peso en ninguno de los mataderos móviles dispuestos por la ciudad para sacrificar las miles de cabezas de corderos con las que los musulmanes han vuelto a mostrar su sumisión a Dios.

A escasos metros de donde hace un año se impuso la barbarie y la tensión acumulada por los impedimentos para celebrar el ritual del sacrificio que exige la tradición de la Pascua Musulmana, un puñado de hombres esperan sentados en sillas de plásticos guarnecidos por la sombra que da, ya cerca del mediodía, la pared del matadero móvil instalado en el parking de Loma Colmenar para cumplir con el sacrificio y con la normativa europea. Esperan con paciencia, con tranquilidad y en absoluta paz. Los miles de fieles musulmanes se han adaptado sin problemas al nuevo protocolo de sacrificio que ha entrado en vigor este 2022 y que ha venido para quedarse.

Para quedarse y en cierto modo para facilitar la vida y para dar comodidad a muchas familias. Lo resume uno de los ayudantes desde dentro del establo hecho con vallas y red de plástico: “muchas familias que no tienen espacio esto les viene de alegría”. “Hombre mucho más cómodo es”, resume una mujer sentada en espera en otro de los mataderos móviles en Pozo Rayo. 

Antes del ir y venir de personas en busca de su sacrificio a los mataderos móviles, la comunidad ha rezado unida en una Musala en Loma Margarita. “Este es uno de los días más importantes en la vida del musulmán. Es el día en el que todos sacrificamos un cordero en honor a Dios haciéndolo una ofrenda. No porque queramos disfrutar de la carne o de la sangre del animal, sino para demostrar nuestra sumisión a Dios”, resumía antes del rezo el presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de Ceuta, Hamido Mohamed.

“Es un día muy especial pero estoy triste porque en el mundo entero se ha celebrado ayer y en Ceuta hoy”, explicaba tras el rezo la joven Asena haciéndo de anfitriona de Natali-Tayyibah y otra prima más venidas desde Austria y Alemania a comprobar como se vive aquí la fiesta grande de su religión.

El sacrificio forma parte nuclear de esta tradición y tras dos años de tensión, primero con la suspensión del ritual en 2020 por la pandemia y luego con los tiras y aflojas y la falta de ganado del pasado año, este 2022 los musulmanes ceutíes han podido sacrificar, pero lo han hecho con un sistema novedoso, obligados a pasar por matadero y dejar el corte en manos de matarifes acreditados. No ha habido incidentes mayores, aunque sí cosas a mejorar.

Desde la empresas que ha ganado el concurso y que se encargará del dispositivo los próximos tres años, Karim Ali, reconocía algunos pequeños fallos, cosas a mejorar, que es de lo que se trata. Por ejemplo, a primera hora ha fallado el generador del matadero móvil de Pozo Rayo. En la Estación de Ferrocarril hay quien ha llegado a perder los nervios porque los matarifes no avanzaban en su tarea. Lo normal es que cada animal tarde en sacrificarse unos 15 minutos, tiempo suficiente para que el interesados se pueda llevara para casa las vísceras que se van a comer durante esta jornada y dejar a buen recaudo en las cámaras frigoríficas de los mataderos móviles el resto del animal para recogerlo ya en horario de tarde. “Al principio esa previsión no se ha cumplido”, ha reconocido Ali. Pero porque había que poner la maquinaria a funcionar y engrasarla, maquinaria en el sentido literal pero más que nada en el figurado, la maquinaria que representa el nuevo dispositivo.

Todo estaba informatizado, pero alguna que otra vez ha fallado la coordinación con las ganaderías, que han repetido números de animal en los formularios o sencillamente no han llegado a tiempo con la res hasta los corrales preparados delante de los mataderos. “Ese no está. Dime el siguiente”, le gritaba a primera hora desde dentro del corral al coordinador del dispositivo en la Estación del Ferrocarril.

“Hay cosas que mejorar, pero la valoración es positiva. Hay que ser sincero y hacer autocrítica personal. Todo es mejorable. La intención es mejorarlo año a año. Las familias están contentas y eso es lo que me vale”, ha explicado Ali.

Al final todo el mundo da por hecho que acabará imponiéndose la comodidad. Y que en cuanto el sistema se afine y las esperas sean más cortas no habrá color. Es, en definitiva la eterna lucha entre la tradición y la modernidad, entre el ritual sacrificado y el ritual simplificado y confortable. Pasa en las mejores familias en todas las religiones. 

“Te voy a decir una cosa, si estuviéramos haciéndolo como otras veces tampoco iríamos más rápido”, reconoce la misma mujer de antes en Pozo Rayo. Y sí, así hay más tiempo para jugar con los más pequeños en una espera que al final se hace entretenida. 

En ese mismo punto otro hombre con resignación e impaciencia pregunta al periodista cómo ha ido la cosa en el matadero municipal. Allí han volado esta mañana, allí la maquinaria está engrasada. Y la pregunta esconde el vencedor final entre tradición y modernidad. La preguntaba buscaba saber dónde le habría ido más rápido el sacrificio de sus reses. Este dilema existe hoy, pero era impensable sólo hace tres años, cuando habría sido tomado por poco menos que una ofensa letal decirle a alguien que acudiera a sacrificar al matadero municipal.

Ali apunta otro dato en ese sentido. Esta misma mañana familias que estaban autorizadas a sacrificar en sus casas han llamado a la empresa para saber si podían llevar sus corderos a los mataderos móviles. 

Eso, la comodidad y la renovación generacional. “Antes íbamos a la casa de los abuelos que era grande, con terreno y nos juntábamos allí todos. Los abuelos ya no están y esto nos viene muy bien”, explicaba otro padre de familia jugando con sus hijas y sus sobrinas en la Estación de Ferrocarril.

“Al final no sé yo. Habrá gente a la que le cueste aceptarlo y no va a cambiar y si tiene espacio para sacrificarlo lo va a seguir haciendo”, apuntaba quien había preguntado por el ritmo en el matadero municipal.

Con la sangre derramada de los corderos aún caliente parece precipitado para hacer un balance afinado, pero en general los comentarios abundaban en tono positivo más que en negativo. Eso sí, en lo que había unanimidad era en el precio desorbitado del cordero.

“Lamentablemente ha estado por las nubes. No sé por qué se ha puesto tan caro. Normalmente estaba entre 180 y 190 euros y este año se ha disparado. Tenemos que pedir a los ganaderos que sean más sensibles con la gente que menos tiene”, apuntaba Hamido Mohamed. 

La mayoría han acabado pagando 250 euros por animal a sacrificar. Es la inflación y que de Ucrania salía buena parte del cereal y los piensos que surtían a todas las ganaderías de Europa. Y la inflación parece demostrado que no tiene barreras y no hay quien le ponga puertas, como al mismo campo.

Con todo y con eso, la comunidad musulmana de Ceuta, ha podido celebrar este Eid al-Adha “en libertad” como resumía Mohamed, por primera vez desde 2019, sin restricciones, y sin pegas y además con comodidad y dejando atrás para siempre las polémicas interesadas de quienes señalaban a los fieles como salvajes por un ritual tradicional que no entendían no era compatible con la normativa exhaustiva de la Unión Europea. Ahora ya no podrán alegar eso. Lo que en cierto modo contribuye a que la fiesta haya transcurrido en paz.

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