Ceuta ha refrendado este 25 de noviembre su compromiso con las víctimas -presentes y pasadas- de la violencia machista. Aún con cierta 'resaca' tras el amplio popurrí de actos programados en el día de ayer, la Delegación del Gobierno ha vuelto a salir a la calle para poner el grito en el cielo por todas las mujeres que, tristemente, han perdido la vida a manos de sus parejas o exparejas a lo largo de este 2023, cuyo monto asciende a la friolera de 52.

Pese a que estaba previsto que fuera la Plataforma Feminista quien llevara la voz cantante en una cita que, por su sola enjundia, se ha convertido en una de sus 'especialidades', la entidad ha reusado compartir espacio con el organismo que encabeza Rafael García. El pretexto: evitar solapamientos (decían). La idea inicial de la Plataforma pasaba por empezar a la una en punto. Al final, la convocatoria se ha acabado adelantando: dos horas, ni más ni menos. Claro está, la circunstancia ha derivado en que la prensa no se haya hecho ni el más mínimo eco de las reivindicaciones de la agrupación, porque no, no ha habido aviso previo. "Se nos ha pasado", esgrimían.

Sea como fuere lo de este sábado ha sido todo un clamor. Varias decenas de ceutíes han acudido en tromba a la llamada de Delegación, que ha hecho de la céntrica plaza de España escenario de su particular proclama contra esa habitualmente llamada 'lacra social'. Se buscaba un acto sencillo, humilde, sin grandes dispendios. Si se ha conseguido o no, habrán de dirimirlo los propios organizadores. El objetivo, en cualquier caso, se ha cumplido: recordar a las asesinadas.

Apenas treinta minutos después de producirse el tradicional cañonazo de las doce, la jefa de la Unidad de Violencia de Género del propio ente gubernamental, Livia Rosales, se hacía con la palabra para dirigirse canónicamente a todos los presentes en la zona. "Hoy, nos reunimos aquí para conmemorar una fecha que nos recuerda la importancia de unirnos en la lucha contra esta problemática que afecta a las mujeres de todo el mundo", arrancaba.

Rosales tiene claro que "la violencia machista es una violación de los derechos humanos fundamentales". "No es un acto aislado o una estadística, sino una realidad que afecta a madres, hermanas, hijas, amigas, y compañeras de trabajo en todas y cada una de las ciudades del planeta", lamentaba. "Cada cifra que representamos hoy tiene un rostro, una historia y un dolor que no debe ser ignorado", proseguía.

Desde Delegación, consideran que el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer no constituye únicamente "un llamado a la reflexión", sino, sobre todo, "a la acción". "Debemos unir nuestras voces y esfuerzos para crear un mundo donde la violencia de género sea una triste página de nuestra historia, no una realidad presente", arengaba Livia, para quien sus deseos pasan por "educación, empoderamiento y un cambio en nuestras actitudes y comportamientos". "Juntos, podemos hacer la diferencia", concluía.

Tras el discurso de Rosales, una orquesta compuesta por una veintena de músicos del Patronato Municipal ha entrado en escena para amenizar la ceremonia a golpe de instrumento. El grupo, cuya media de edad debía rondar los 12 o 13 años, ha interpretado -baja la atenta mirada de los asistentes- piezas que han puesto los pelos de punta hasta a los más arrítmicos.

Mientras la música sonaba, un grupo de mujeres -grandes y pequeñas- iba colocando sobre una escultura los nombres de cada una de las asesinadas en España en lo que llevamos de año. Rabea, 45 años; María Encarnación, 81 años; Claudia, 57 años... Y así, hasta 52. Instaladas las cartulinas, el silencio y la quietud se apoderaban del lugar en señal de un duelo que, por su pesar, se presta a obligación para todos.