Ha sido la tónica de toda esta Semana Santa. Muchos fieles han arropado a las hermandades en sus estaciones de penitencia, quizás más que en años anteriores, aunque el recuerdo coge lejos tras dos años sin procesiones. Algo que apuntan desde el Consejo de Hermandades puede haber ayudado, “había ganas”. Y este viernes Santo no ha sido menos. En la puerta de Los Remedios una mujer discutía enfadada con una joven que se le había colado delante, ambas querían ver la salida Nuestra Señora del Mayor Dolor en la mejor posición posible y sin perder detalle.

La primera en salir al encuentro de los fieles ha sido como es habitual El Valle. El conjunto escultórico del imaginero Manuel Pineda salía de su casa de Hermandad junto a la iglesia del Valle para pasear con porteadores y con la sobriedad habitual en la cofradía al Santísimo Cristo de la Paza y María Santísima de la Piedad.

Poco después pasaba por delante de Los Remedios donde cientos de fieles se agolpaban en la Calle Real para ver la segunda salida del día, la del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora del Mayor Dolor. Ambas imágenes sin costaleros, la virgen sin palio, con porteadores. Especialmente jóvenes los de la virgen. Atrás quedaron las polémicas y las críticas lanzadas dentro del mundo cofrade contra una salida con costaleros que acabó necesitando ayuda de otras hermandades para completar su estación de penitencia. 

Por la juventud que paseaba a la Virgen este Viernes Santo, no sin esfuerzo, parece claro que la Cofradía apuesta por generar cantera que la pueda llevar a retomar la seriedad del pasado en su salida. 

Aunque este es un debate que ha acompañado en susurros a la Semana Santa de este 2022, tras los dos años de ausencia de procesiones por la pandemia. Son mayoría ya las imágenes que salen con porteadores en parihuelas y minoría las que siguen apostando por las trabajaderas y el esplendor de los palios. La situación aún complicada de la pandemia ha servido de excusa, según muchas voces para tapar la ausencia de cofrades dispuestos al sacrificio de energía y tiempo que conlleva procesionar con los titulares como había venido siendo habitual. En la parte, positiva, se ha evitado que algunas cofradías evidencien en sus procesiones carencias en la costalería. En años venideros se verá si la tradición evoluciona y si lo hace forzada o no por la falta de hombros.

Esa pérdida de fieles fue palpable y visible en la Expiración. Sólo lucieron al Cristo en la calle, con porteadores, con pocos penitentes arropando la imagen y con brazos llegados a reforzar desde el otro lado del Estrecho.

En este Viernes Santo sólo el Santo Entierro sacó a su virgen con costaleros. El Cristo Yacente salió con porteadoras y sí con costaleros Nuestra Señora de la Soledad. Su salida del santuario de África fue la más multitudinaria de la jornada. En la carrera oficial en Gran Vía esperaban además otros cientos de fieles que ya habían tomado sitio para ver pasar a todas las procesiones y que a pesar de la demora entre las tres primeras y este Santo Entierro aguantaron, fieles, para ver su procesionar.