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Servicios Sociales deja a un ceutí en la calle sin alternativa

Servicios Sociales deja a un ceutí en la calle sin alternativa
Mohamed muestra la orden de desalojo del hostal de realojamiento temporal
Mohamed muestra la orden de desalojo del hostal de realojamiento temporal
La Consejería ordena abandonar el realojo temporal a un hombre de 60 años por negarse a hacerse cargo de dos adultos sin ingresos a cambio de un apartamento 

“Estoy en la calle, me han echado como a un perro, no tengo a donde ir”, solloza Mohamed. Tras pasar la pandemia en las naves del Tarajal, Mohamed Ahmed, natural de Ceuta, 60 años cumplidos en febrero, ha vivido en el hostal Entre Dos Mares durante los últimos meses dentro del programa de alojamiento alternativo. Hasta hoy, 7 de septiembre, cuando ha recibido una carta de desalojo de la Consejería de Servicios Sociales con entrada en vigor un día antes, el 6 de septiembre. 

“No me han dado ni dos o tres días para buscarme una solución, estoy con una depresión profunda, se me pasa por la cabeza acabar con todo. Ya no aguanto más, son 14 años viviendo en la calle y ahora esto”, explica a las puertas del hostal. “Me han echado sin darme margen, sin darme explicaciones y sin ningún motivo”, resume desde su punto de vista. Su único pecado, explica, fue rechazar la alternativa que le ofrecía Servicios Sociales: aceptar un apartamento de una habitación pero con la condición de llevarse consigo y hacerse cargo de las dos personas sin ingresos con la que la pandemia y la casualidad le han empujado a vivir estos meses, primero en las naves del Tarajal y después en el hostal. Como si fuesen una unidad familiar. Pero ellos no se conocen y no son ni siquiera amigos. Son tres adultos en situación de calle con tres circunstancias muy diferentes, —“cada uno con su mochila”— y que quiso el destino que se encontraran en las naves del Tarajal durante el confinamiento. Tres problemas distintos a los que Servicios Sociales quiere dar una solución de una tacada, dejándole la responsabilidad a uno de ellos, el único que cobra una ayuda.

Mohamed, desahuciado por Servicios Sociales
Mohamed, desahuciado por Servicios Sociales

“Pero el apartamento es para mí, lo firmo yo y tiene solo una habitación. Y nos tenemos que ir los tres y hacerme cargo yo de los otros”, explica boquiabierto. “¿Cómo me voy a hacer cargo yo de nadie si casi no me puedo hacer cargo de mí mismo?”, se pregunta. Mohamed cobra cada 24 del mes una ayuda de 400 euros, pero entre subsistir y el dinero que envía a su hijo a la cárcel, hace ya días que su monedero está tiritando. Los otros dos, los que según Servicios Sociales deben acompañar a Mohamed si quiere un techo, no tienen ingreso alguno y, además, la convivencia no es precisamente fácil.

Cuando en las naves del Tarajal le ofrecieron una alternativa, primero en un hostal de manera temporal y luego ya una solución habitacional fija, Mohamed ya intuía que esto no iba a acabar bien. “Me lo han hecho muchas veces”, lamenta cabeceando. “Y ahora esto”, repite, “si yo sabia que esto de Dunia (en alusión a Dunia Mohamed, consejera de Servicios Sociales) era pan para hoy y hambre para mañana”.

Pero la guinda ha venido hoy mismo cuando, acompañado por una voluntaria, han ido a las oficinas de Servicios Sociales en Hadú. “No nos han dejado ni entrar, han mandado al ‘viser’ (vigilante de seguridad) que nos ha dicho que no nos podía recibir, me dejan en la calle sin darme ni explicaciones”.

Los tres desahucios de Mohamed

Hace ya casi 40 años que la heroína echó a la calle a Mohamed, que se vio hundido en el pozo de la adicción y la mendicidad. Eran los años 80 del siglo XX. En su destino solo había dos cartas: la muerte por sobredosis o la cárcel. Por fortuna, a Mohamed le tocó la segunda opción y acabó con sus maltrechos huesos en la prisión de Huelva. “Mi hermano lo tuvo peor, murió con 29 años”, recuerda. Él dejó la heroína y como tantos otros acabó enganchado a la metadona.

Salió de prisión en 2017 totalmente limpio. Se arrancó la adicción a fuerza de voluntad cuando vio que “ya me cagaba encima”, recuerda.  Pero fuera de los muros de la prisión, la vida seguía sin darle demasiadas opciones. Y de nuevo acabó en la calle. Allí lo encontró la pandemia, que, paradójicamente, le dio un techo. Hasta hoy. 

Tres veces han desahuciado a Mohamed en sus 60 años de vida abocándolo a vivir en la calle. La primera vez fue el ‘caballo’ el que lo arrojó a la miseria con una coz que debería haber sido mortal. Pero Mohamed, contra todo pronóstico, sobrevivió. La segunda fue la cárcel y su falsa promesa de reinserción. Él cumplió, se desenganchó y enderezó su vida todo lo que pudo, pero de la cárcel volvió a caer a la cuneta de la vida. Hoy es, tristemente, la Consejería de Servicios Sociales quien le ha vuelto a poner de patitas en la calle. “Como a un perro”, llora Mohamed. Cae la tarde y aún no sabe dónde pasará la noche. “Me iré a la puerta del Ayuntamiento”.

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