Cuando uno es miembro de una familia con varias generaciones en el mundo del espectáculo, puede ser un punto a favor o en contra. A favor, porque parte con un bagaje casi desde la misma cuna; en contra, porque las comparaciones son siempre odiosas. No debe ser fácil, en cualquier caso tener la comparación con el abuelo o con el tío, cuando eres nieto de Don Enrique o sobrino del Tate.

El es Juanlu Montoya. Pese a estos condicionantes, y a partir del legado familiar, un estilo propio. Un estilo en el que deja algunos guiños a la actualidad, a este tiempo y momento, alejados de aquel “juez y escribano” que sabían la edad de la señorita a la que tanto cantó su abuelo.

Entre el público, de todo: desde los que venían con la lección bien aprendida hasta los que acudían, simplemente, porque era música en directo. José María nos dice que “yo crecí escuchando, a través de mi padre, a su abuelo, a Enrique. Mejor dicho, a Don Enrique Montoya y vamos a ver como canta”.

Encarni dice que “el cantante es para comérselo, me se todas las canciones y voy a disfrutar muchísimo, porque esto es vida”.

Algo menos puesta en la discografía juanlumontoyana se encuentra Antonia Moya. “He visto un par de vídeos por el Youtube (sic) y la verdad es que el muchacho me gusta mucho como canta”. Entra al quite cuando le recordamos que ella es una consagrada directora de coros navideños “pero yo siempre con lo que toque. En Navidad, los coros. Ahora, el vestido y la peineta”.

Muchos descubrieron a Juanlu Montoya “durante la pandemia, el confinamiento, que fue algo más llevadero por sus canciones”, nos dice una señora. Una pareja admite que conoce bien sus temas, pero no aceptan nuestro envite de tararear algunas de ellas.

Si lo hace, por el contrario, una familia. Madre e hijos tarareando un tema del último representante de una familia para la historia.