Hubo que esperar hasta el sexto de la tarde para el espectáculo se viniera arriba de la mano de un joven Leonardo Hernández, quien fue capaz de encelar a un muy manso toro y templar maravillosamente con la ayuda de su caballo Verdi. Ese fue el comienzo de una emocionante faena que lo llevó a salir a hombros, por cuarta vez en su carrera, por la puerta grande de la plaza madrileña.