En buena dinámica y feliz llegaba el Villarreal, en racha, para enfrentarse a un Almería nuevo con Lillo. Y se dejó sorprender, por un equipo ordenado con el equilibrio en el marcador y ambicioso con el resultado en contra. La ventaja adquirida por el conjunto amarillo por un certero remate de Nilmar al final del primer período quedó en nada por la torpeza de Marcano en mitad del segundo tiempo al cometer primero un ingenuo penalti y resultar expulsado después.
Frenazo en seco para un equipo que comenzaba a gustar, convencer y ganar.