Las barberías de Kabul tienen la culpa de que todo esté saliendo tan mal en Afganistán. De que la guerra contra lo que parecía una banda de desarrapados con turbante y Kaláshinkov de tercera mano vaya por mal camino, pese a que enfrente tenga a los mejores ejércitos del mundo con las armas más sofisticadas y caras. De que las elecciones presidenciales en las que se han gastado 223 millones de dólares de las donaciones para que aún no se sepa cuántos han votado y quién ha ganado (hoy dicen algo sobre un 10% de no se sabe qué) y de que resulten inservibles para dar credibilidad a un Gobierno que nunca la tuvo...