De boda


El sábado fui de boda, se casaba el hijo de una amiga (nos estamos haciendo  tan mayores que ya se nos  casan los hijos) y ella hacía de madrina. Me apetecía verla  ejerciendo de madre que acompaña a su hijo al altar, luciendo guapa y dejando caer algunas lágrimas. Hacía mucho calor, a pesar del vestido [...]


barbie novia

El sábado fui de boda, se casaba el hijo de una amiga (nos estamos haciendo  tan mayores que ya se nos  casan los hijos) y ella hacía de madrina. Me apetecía verla  ejerciendo de madre que acompaña a su hijo al altar, luciendo guapa y dejando caer algunas lágrimas.

Hacía mucho calor, a pesar del vestido veraniego sentía que el sol, mientras esperaba a los protagonistas,  me estaba cocinando a fuego lento. Al menos todos fueron puntuales y la ceremonia empezó pronto. Una prima de ellos me susurró al oído “los de izquierdas nos casamos por la Iglesia y el Juzgado es para los del PP”. Me hizo gracia.

Estaban todos muy guapos, la novia sobretodo porque aunaba  belleza, juventud e ilusión. Y el novio tenía los mismos ingredientes. Parecían una pareja de cuentos de hadas y recordé mi boda y lo poco que me gustan los cuentos de hadas.

No me gusta ir de bodas, me aburre, me parece pesado el trasiego de gentes que no conozco,  convergentes  por el hecho de alguna relación con los novios, me aburren los menús y me cansan las conversaciones intrascendentes con los compañeros de mesa.

Aún así disfruté de la comida, la música, las copas  y de la cara de felicidad que tenía mi amiga mientras los novios bailaban el vals…

De las travesuras de los  nietos  de mis amigas (qué mayor nos estamos haciendo) y del vino y de las risas cómplices.

Reconozco que todas tenemos derecho a vivir un día de cuento, yo lo hice, me educaron para que lo hiciera y lucí el traje blanco más bonito que encontré, ahora buscaría otro estilo, claro.  Mis amigas también lucieron esos trajes, hace veinte años, al igual que yo, cuando no nos conocíamos. Y creerían al igual que yo que duraría toda la vida y el amor sería eterno y perdurable…

Curiosamente días después hablamos de nuestras bodas, ninguna la recuerda con odio ni con rencor, sino con cariño, con la mirada de la mujer adulta que observa como la niña con sus recién estrenados veinte años cree que sabe todo y se cumple el sueño para el que ha sido educada.

Bichareando por la red descubro que Cospedal se casó el 3 de septiembre, de marfil con fina pedrería  con cola, civilmente a las tres de la tarde (una hora apropiadísima para el verano)

“La boda tuvo lugar bajo el sol del atardecer junto a la piscina del cigarral, al lado de cipreses centenarios y columnas romanas, y estuvo amenizada por un cuarteto de cuerda que no interpretó la marcha nupcial, según los presentes.”

Pusieron un rodaballo salvaje, si alguien sabe cómo es un rodaballo doméstico que me lo explique, yo soy de mar, y un rodaballo es un rodaballo, no puedes enseñarlo ni a darte la aleta, ni ha desovar donde debe ni nada de esas cosas. Pero la gente del PP es capaz de domesticar a los peces para cubrirlos de “salsa cabernet sauvignon de piñones” y quedar tan estupendos para que su número dos tenga su boda de cuento pasado ya los cuarenta.

Todas tenemos derecho a vivir un día así, afortunadamente ya no es un deber.


Posted originally: 2009-09-18 23:52:32

Leer original



Entrando en la página solicitada Saltar publicidad