Mientras caminábamos enfrentándonos a la lluvia y al viento terrible por la Calle Real Germinal me iba contando los cuarenta grados de Haití: el dolor, la impotencia , lo poco que piensas cuando estás allí y lo mucho que actúas día a día. Yo lo escuchaba con el corazón abierto y cuando él decía que quería morirse le recordaba el poema de Goytisolo,.
Ha sido un 8 de marzo distinto, lleno, pleno.
Por la mañana después que el viento me rompiera el paraguas y llegase empapada al Centro Penitenciario donde Dimple me esperaba y las rejas, las seguridad, los pasillos que ya me resultan hasta cotidianos, me condujeran a un aula pequeña pero llena de ojos que te miran, me dieran el calor que la lluvia me arrebatara.
Milano quiere que cuente mis palabras, pero mis palabras son las que siempre cuento cuando escribo, quizás más lentas, más fáciles y llenas de matices para que el oído las cace y el corazón las cobije.
Repartimos rosas, y conté la historia del pan y las rosas, el porqué del violeta y los 8 de marzo. Le hablé de lo difícil que lo hemos tenido las mujeres y como debemos sentirnos orgullosas por nuestro sexo.
Repartimos poemas que leyeron, Dimple se emocionó y yo agradecí a la vida que no se nos haya hecho callo el alma.
También hubo risas, debate, mestizaje de personas mezcladas en sexos, creencias, países
No dieron las gracias, y reconocí caras y nombres.
Al salir no llovía, el sol nos calentaba dándonos la tregua, me sentía feliz, muy feliz.
Le llevé una rosa a mi madre y le di las gracias por estar, por haberme parido y por entenderme.
Por la tarde había que preparar la merienda de mañana, las mujeres de nuestros talleres, donde celebraremos de una forma intima y nuestra el día de la mujer. Mandar correos, llamar, arreglar el tiempo
Subía por el Revellín a asistir al acto al que Comisiones nos había invitado, subía con una María del Mar que me daba instrucciones para el nuevo proyecto y me dejaba al frente: Feminismo y religiones.
Me dolían los pies que andan poco acostumbrado a los tacones y el vestido me recordaba que los vaqueros es el mejor aliado de una mujer urbana en los días de lluvia, pero coquetería obliga.
Al llegar andaban allí mis amigas, mi querido inspector, mi Geógrafo Subjetivo y su mujer, periodistas que quiero y de pronto apareció Germinal que me abrazó, como se abrazan los náufragos en las islas desierta cuando se reconocen, y empezó a hablar, a contar, a casi llorar y lo oí muy poco a poco, porque el dolor debe entenderse así, y lo dejé divagar mientras le miraba la mirada triste, tan triste que no le cabía el consuelo.
Me esperó mientras buscaba ayudas para libros de mis niños, sitios para meter a mis mujeres, compromisos de socios y voluntarios.
Después nos fuimos, callados, pequeños, ante la lluvia y el vendaval que arreciaba seguí oyendo sus palabras mientras el Revellín se inundaba poco a poco
Posted originally: 2010-03-09 00:33:17