Hablábamos en la sede de la obligación de empadronarse a todo aquel que reside en Ceuta.  Cómo algo que es una obligación resulta un lujo para aquellos y aquellas que no tienen regularizada su estancia. Vivir en una ciudad fronteriza es complicado, si además esta ciudad divide a dos mundos distintos: el primero y el tercero, mucho más complicado aún.  El tercero se quiere instalar en el primero y el primero teme perder espacios…

Todo ha surgido a raíz de las declaraciones de Rubalcaba, y allí andábamos: que el padrón sirve para contar la población, que no podemos vivir de espaldas a una realidad, que hay gente en Ceuta sin papeles y si no se regulariza al menos habrá que contarla…

Aunque sólo sea  para saber la verdad.

En Ceuta hay mujeres “ilegales” traídas de Marruecos, casadas por el rito o no que viven aquí, muchas de ellas no bajan de los barrios musulmanes, otras se mezclan  en la Calle Real con las “legales” habitando  en la ciudad de los contrastes. Hay hijos de esas mujeres, algunas madres solteras o divorciadas que al unir su vida con un español trajeron a sus hijos. Estos niños viven en una situación “irregular” no pueden empadronarse, no existen, no tienen derecho a la sanidad ni a la educación.

En medio del debate, alguien más sensato, con un tremendo bagaje político y humano nos ha hablado “del efecto llamada” y la necesidad de ser prudentes.

Quizás tenga razón, pero en ese momento le he recordado los  papeles,  cada papel que tenemos en la vida y cómo tenemos que interpretarlo según el lugar donde nos toca.

Una ong no puede ser prudente, al igual que un político no debe ser fanático, ni un gestor despilfarrar las arcas públicas. Cada cual tiene su papel. Y las ongs tienen la obligación humana de denunciar, pedir, reivindicar, luchar por lo que creen aunque tengan que poner patas arriba la sociedad. Es su papel.

Luego ya recortaran los gestores, interpretarán los políticos, podrán sellos lo funcionarios y cada cual hará su representación  más o menos de acuerdo con sus ideas y con los recursos que tiene.

Pero una ong no puede ser prudente ni silenciosa, no debe, no es su papel.

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