El espíritu de Kafka inspiró ayer a los organizadores de la final de la Liga de Campeones. Igual que dispusieron una zona para aficionados del Inter en los bajos de Azca -con una pantalla de siete metros de ancho por tres de alto- luego ordenaron que no se utilizase para ver el partido. A los
tifosi sin entrada no les quedó otro remedio que ver la final en los bares cercanos al estadio Santiago Bernabéu.