Después de 19 años de desastres, el Madrid
venció al Deportivo en Riazor. Lo hizo con piedad. Pudo devorarlo y le dio vida cuando lo tenía contra las cuerdas. Comenzó demoledor, como si quisiera cobrar de golpe todas las facturas pendientes, pero se llevó un susto final tras someter a un rival menor, agotado tras una primera vuelta extenuante, sin apenas recursos futbolísticos y económicos ni argumentos para oponerse a equipos de nivel superlativo. Le sucedió en la visita del Barcelona y se repitió ayer. Lotina volvió a parar a sus jugadores al borde del área y ahí me las den todas. Y el Madrid le sacudió porque a sus centrocampistas se les concedió tiempo para elegir y en el fútbol la suma de talento y tiempo siempre suele acabar en gol.