He leído algunos comentarios, procedentes de filas católicas, diciendo que los escándalos de pederastia que azotan a la Iglesia Católica forman parte de una campaña de difamación contra esta institución religiosa. El negar los problemas y atribuirlos únicamente a enemigos externos no es buena táctica (ni para la Economía, ni para la Iglesia Católico-Romana).

Benedicto XVI sí ha ido por el camino correcto al insistir en que el problema está dentro, que las delitos se han cometido dentro de la institución que él dirige y muchas veces bajo el amparo de ésta. El Papa ha acusado a la Curia de mantener una actitud incorrecta, llamada de atención correcta que creo que es autoinculpatoria, dado que fue el máximo funcionario de esa Curia desde 1981.

En todo caso el Papa ha centrado internamente el debate y tanto ha despejado los intentos de extrapunición, como los de relativización o excepcionalidad. Ahora le toca al Papa hacer limpieza de verdad, una limpieza difícil y para la que necesitaría rodearse de colaboradores más fieles a la verdad que a los diversos cuadros eclesiásticos.

¿Lo hará? Creo, honestamente, que el Papa lo intentará, pero no conseguirá gran cosa. El primer motivo es su edad y la capacidad que pueda quedarle para encajar profundas decepciones y graves sufrimientos. Tengo mis serias dudas de que, pese a sus antecedentes, tenga pleno control del aparato vaticano y más cuando públicamente se ha quejado de “faltas de caridad” que saltan a los medios de comunicación (en el caso de los obispos lefrevistas). Visto que su Pontificado es visto como amortizado desde su mismo inicio, no es sencillo que encuentre demasiados voluntarios para una limpia que dejará sin amigos a los ejecutores sobre el terreno.

Posted originally: 2010-05-14 10:30:39