La dueña señala un condón usado junto a su tienda de bolsos. Esta vendedora, que opta por el anonimato, trabaja en La Boqueria, el mercado más célebre de Barcelona y uno de sus principales atractivos turísticos. Lo primero que tiene que hacer cada madrugada cuando abre es deshacerse de los restos que han dejado noches muy movidas: el mercado de comestibles se convierte cuando se hace oscuro en "una casa de citas" según el presidente de los tenderos, Manel Ripoll. Las prostitutas prestan sus servicios, por escasos 20 euros, entre las columnas que rodean la Boqueria, que ofrecen un escondite muy precario de La Rambla adyacente y siempre abarrotada de turistas.