En una tarde lluviosa, con toros nobles y flojos, tres diestros de signo popular logran calentar al pueblo.
Al salir a la calle, esta mañana, sentimos lo mismo que al pasar la lengua por el hueco de una muela que nos han quitado: no queda una ceniza de las Fallas ni un resto de la basura...
La tarde se mete en agua. Los viejos revisteros buscarían símiles obvios: para que la ciudad quede como una patena; los más sentimentales: para llorar por el final de las Fallas. Pero la Fiesta taurina sigue.
El primer toro de Jandilla le deja estar muy tranquilo a Rivera Ordóñez: banderillea fácil y mule...