"Tranquila, no le va a pasar nada", asegura un padre feriante, joven abuelo quizá, a la niña que abraza cariñosamente a pie de puerto mientras la Guardia Civil y dos agentes del Frontex europeo sacan del remolque de su camión a un joven subsahariano que había logrado superar todos los controles previos e introducirse en él con la improbable esperanza de llegar a la Península. El revuelo del enjambre de periodistas, exaltado ante el hallazgo, y los dos guardias civiles que llevan casi en volandas al indocumentado lejos de las cámaras ha preocupado a la pequeña.

Su progenitor, más acostumbrado seguro a la escenificación anual de la 'Operación Feriante', sabe que es lo mismo de siempre pero cada vez menos. Los "entre 300 y 350 efectivos" de la Benemérita, la Policía Nacional y Local y el Frontex, tres canes detectores incluidos, que se despliegan cada agosto al final de la Feria son cada vez más efectivos en su vertiente preventiva, la que va desde el recinto ferial hasta la Autoridad Portuaria.

Una vez allí, cada verano son menos los indocumentados que son interceptados en los camiones de los feriantes. La institución de la Plaza de los Reyes ha cerrado este domingo a mediodía con sólo 17 detenidos la primera fase del despliegue, que se prolongará hasta este lunes, cuando embarcará el último camión hacia la Península. Dieciséis, "la mayor parte de origen argelino", ocho adultos y ocho menores de edad, han sido localizados en el Real deambulando en búsqueda de un hueco en alguna atracción o agazapados ya en su interior. El otro, el subsahariano localizado en el puerto a las 12.20 horas, dará imágenes para los informativos de este mediodía y esta noche.

Hasta que ha aparecido, el delegado del Gobierno, el presidente de la Autoridad Portuaria, los mandos de la Guardia Civil y la Policía Nacional, los periodistas locales y foráneos, se han dedicado a de cada año, a ver pasar los camiones y a los guardias civiles colocar, primero, los sensores del detector de latidos. A contemplar, después, al instructor del Servicio Cinológico del Instituto Armado revisar junto a la querida 'Roca', su veterana cocker rubia, los vehículos. A ver, por último, a los dos agentes portugueses del Frontex, con un pastor alemán primero, con un labrador después, hacer lo propio.

Estos últimos han sido los que han detectado la presencia del subsahariano el camión, donde pasó inadvertido para el control mecánico y el can español. "Mi perro nunca falla", presume bromista uno de los agente lusos, Pedro Pana, con su homólogo nacional mientras otros compañeros sacan al indocumentado, susto y decepción en la cara, del amasijo de hierros.

Según fuentes policiales, cada mes son "entre 10 y 15" los inmigrantes indocumentados que no vuelven al CETI. Son los que se califican, entonces, como 'en paradero desconocido', los que seguramente han cumplido el sueño de cruzar el Estrecho escondidos quién sabe dónde. Conscientes de que el cedazo del filtro policial es cada vez más pequeño al final de las Fiestas Patronales, cada vez son menos los que prueban suerte el primer fin de semana de agosto.

Esa es, también, la hipótesis que ha manejado el delegado ante los periodistas para explicar el descenso en el número de interceptados que se viene repitiendo cada año con este dispositivo. Lejos de los centenares que se localizaban hace un lustro, el año pasado el operativo se cerró con 72 detenidos, la inmensa mayoría antes siquiera de introducirse en algún camión.