- Decididamente, el frío, al tiempo que se desvanece a golpe de calendario, se apodera de las almas.

En una era en la que, de forma descarada -¿alguna vez no fue así?- las cuentas de resultados prevalecen sobre ideologías y conciencias, todo nos conduce hacia un claro retroceso social. La expresión “el que se mueve no sale en la foto” está más vigente que nunca en una Sociedad en la que el miedo, por mal que nos pese, empieza a dictar nuestras conductas.

Nos acercamos a unos Tiempos negros en los que, ojalá me equivoque, la simple contestación se considerará violenta rebeldía; Tiempos oscuros en los que poner en duda la supuesta Verdad ni siquiera se contemplará por subversivo; Tiempos de frío en los que, nos guste o no, las palabras “arriba” y “abajo” se escribirán en mayúscula… Aún más.

Sí, se acerca el invierno.

-Gélido invierno ese que segrega a los trabajadores según su color de bandera. El pasado domingo, vaya usted a saber por qué, se vieron separados en su protesta contra la Reforma Laboral. Mientras las ovejas se dispersan, los lobos no dan cuartel…

-Glacial invierno el que envuelve las palabras de todo un ministro de Educación (¿he dicho Educación?) que no duda al asegurar, en sede parlamentaria, que el primer grupo de la oposición se alía con los violentos en las protestas por los recortes. Enésima vez que Wert, en su apenas iniciado mandato, no se corta en escupir sandeces… Al paso que vamos, ya mismo nos recomienda no llevar a nuestros hijos al cole: “total, para lo que aprenden” argumentará. Y pensar que, encima, le pagamos nosotros, me produce aún más frío, ¿o es vergüenza?.

-Invierno por sorpresa, siguiendo la línea marcada por el ministro Wert, el que infunde que todo un jefe de Policía considere al pueblo, al que debe servir y proteger, como el enemigo. ¿Lapsus? Más bien acto fallido. La mejor respuesta la dio un líder estudiantil al afirmar “no somos el enemigo, somos los hijos de los profesores, de los obreros…y de los policías”. Un rayo de Primavera entre tanta tiniebla.

-Helado invierno el que se apodera de los corazones al ver, la pasada semana, como los de la calle Ferraz se enzarzaban en una noche de cuchillos largos en el transcurso de un Congreso convulso. Lejos de aportar soluciones a un país sumido en una deriva lamentable, se encargaron de asegurarse sus respectivos reinos de taifas, al parecer ajenos a lo que les rodea. En Génova, como no podía ser menos, felices todos. En la calle bastante menos al comprobar como los intereses de partido son antes que el de la gente que les vota. Nada nuevo, cierto es.

-Invierno profundo al destaparse, por fin, que la deuda de Grecia estaba principalmente cimentada en la compra de armas a Francia y Alemania; la raza de los Señores siempre necesita sangre ajena para sobrevivir. Aún y a sabiendas de todo esto, desde Bruselas se continúa con la hoja de ruta de los recortes… ¿Pero es que además de Cohn Bendit, ¿nadie es capaz de decir o hacer nada? Va a ser que no.

-Invierno total el que me produce escuchar a ciudadanos que viven de su sueldo justificar, y hasta apoyar, la Reforma Laboral. “Hacía falta” es la frase más socorrida para una iniciativa que sólo abarata el despido y corta de raíz los derechos duramente conquistados. ¿Hacía falta? Como si hundirse en la miseria fuese la solución para poder sobrevivir… qué pronto parece olvidarse que los causantes de la crisis son quienes son. Será el frío el que nos hiela el sentido común y la memoria…

-Siberiano invierno produce comprobar como a Garzón le expulsan de la carrera judicial por discrepancias en torno a un procedimiento. De juez estrella a reo; al parecer, y ya lo hemos dicho en alguna ocasión, se vuelve a verificar que la venganza es un plato que se sirve y come frío, muy frío.

-Invierno yermo al enterarnos de la enésima periodista muerta mientras trabajaba; la reportera de Guerra Marie Colvin fue asesinada en Siria por hacer lo que mejor sabía hacer: contar lo que pasaba. Aunque por ahora el rumbo parece otro, quizás esta ejecución remueva las conciencias y a la opinión pública en un país donde los asesinatos se cuentan por decenas de miles.

-Invierno implacable helado de datos el que nos ofrece Cáritas: un 22% de los hogares españoles vive por debajo del umbral de la pobreza. Además, afirma que la pobreza en España es “más extensa, más intensa y más crónica que nunca”. Cierto que no es nada que no se supiera, pero no menos cierto es que, puestas negro sobre blanco, las estadísticas parecen adquirir más dramatismo, lo que ya es decir en un panorama en el que nos enteramos que el PIB español se contraerá en un 1% en 2012. Lo dicho, los pobres cada vez más pobres y los ricos a lo suyo.

-Invierno del que congela el corazón comprobar como, en la Unión, los nacionalismos y los populismos dictan las políticas económicas. Francia y Alemania no se esconden al escupir sobre los pueblos de sus supuestos socios para enaltecer el amor patrio. La Historia de Europa está plagada de millones de muertos por gilipolleces de este estilo. ¿Es que no aprendemos? Prefiero no contestar.

-Y, finalmente, frío de ese que hiela la sangre al conmemorar la efeméride del 23F, un golpe de estado en toda regla en el que, lo quisieramos reconocer o no, estaban implicados muchos más nombres de los que se dieron a conocer. Esa noche las listas de ciudadanos a eliminar circularon con gran facilidad. Se decidió echar el telón a todo aquello argumentando que había sido obra de un loco con bigote. Está claro que de insultos a la inteligencia ya vamos bien…

El volumen de invierno se incrementa en un Sur del Edén cada vez más al Sur. Las previsiones no son nada halagüeñas para quienes siguen mirando al Norte desde una posición de desventaja, y lo que queda.

Ya lo dice acaloradamente mi mañica preferida: lo malo no es que se acerque el invierno, es lo que amenaza en durar. Ella, contundente como siempre, afirma que lo terrible de las épocas de hielo es que se congela hasta la dignidad. Razón no parece faltarle, desgraciadamente.

Se acerca el Invierno con “I” mayúscula, ya estamos prevenidos… Más que de sobra.