- El chiste es más que conocido; ya saben, ese en el que el paciente, preocupado por el estado de su ojo recién operado, le pregunta al médico si se arriesga a perderlo. Ya conocen lo que sigue, el galeno, de forma lacónica, le contesta que él se lo ha guardado con mucho cuidado en una cajita muy mona.

Pues sí, ha vuelto a pasar. Desgraciadamente, nada es nuevo Al Sur del Edén y todo, o casi, es previsible; buena prueba de ello es que la pasada semana se advertía del peso de los lobbys en todo lo relacionado con la catástrofe nuclear de Japón, y de que los típicos movimientos de distracción estaban por llegar. Y han llegado.

Con la entrada en escena de Libia, la sucesión de Zapatero o el posible rescate económico a Portugal, la tragedia nuclear de Japón se ha quedado en menos que nada, o casi. Bien visto, la verdad es que todo está de lo más normal.

¿Y qué son síntomas de normalidad? Pues el hecho de que la nube radioactiva esté, en estos mismos momentos, sobre nuestras cabeza, que el agua potable de Tokio ya esté desaconsejada para los bebés, que la leche en esa zona esté contaminada, que muchas verduras no puedan ya consumirse, que la radioactividad haya llegado al mar, que el Organismo Internacional para la Energía Atómica califique la situación de “muy seria”, que los reactores sigan en máxima alerta de riesgo con fisuras incluidas, que se nos presente como un logro que se vayan a revisar todas las medidas de seguridad de todas las centrales nucleares o que se afirme de que, y cito “por ahora no hay riesgo para la salud”… ya ven, todo de lo más “normal”, entre comillas claro.

Quizás algo menos “normal”, (seguimos utilizando las comillas) sea caer en la cuenta de que estamos hablando de informaciones oficiales, por lo que no quiero ni imaginarme cual y como será la verdad en estado puro. Miedo me da, y miedo nos debería dar a todos.

¿Alguien se ha preguntado qué credibilidad tienen unos tipos que aseguran que el tema de Japón está controlado y afirman a la par que la crisis no existe? Visto lo visto, parece que nadie se cuestiona nada; evidente es que hay preguntas que molestan porque, las posibles respuestas, son aún más incómodas.

El descaro es tan evidente que nadie se inmuta; cuanto más gorda sea la mentira, mejor pasa. Ahora va a resultar que tampoco es para tanto y que todo es fruto de la histeria colectiva de los ecologistas que se oponen al progreso de la Humanidad. Eso sí, los especialistas que hablaban, hace apenas una semana, de sepultar los reactores de Fukushima en un sarcófago de hormigón armado de un kilómetro de largo por 100 metros de ancho y alto eran sin duda alguna, agentes a sueldo del antisistema internacional…. Y todos a tragar, sin más.

Pero al margen de mis vitriólicas y presuntamente infundadas sospechas, el Lobby ha puesto en funcionamiento a todos sus recursos: ya se habla de escandalosa subida en la factura de la electricidad si se cierran las nucleares o se trata con mofa en las columnas de opinión las declaraciones del Comisario de la Energía de la Unión Europea cuando éste hablaba de catástrofe en Japón.

Fukushima se ha quedado en una simple anécdota, en un incidente más… además, y para tranquilizar nuestras mullidas y sensibles conciencias, se nos remacha que los japoneses están acostumbrados a levantarse de cosas peores. Manda huevos la cosa.

En fin, que todo esto no es nada, no pasa nada, esto ha sido debido de ser un mal sueño…. y todo vale para justificarlo. La maquinaria de imagen, comunicación y propaganda se encuentra a la altura de las circunstancias y los spindocktors de la información, créanme, cumplen con su papel a la perfección… para eso se les paga.

Ya ven, resulta que era cierto, que lo del ojo no era nada….eso sí, lo llevaba en una cajita muy aparente; que fuese mortuoria, o no, lo dejo a sus doctas apreciaciones.