Siente una víctima en su mesa…


Alguna vez he leído y me han contado mis mayores que antiguamente en otros tiempos, no tan remotos, cuando gobernaba España un dictador, la doble moral campaba a sus anchas y todos éramos más como de cartón piedra. En aquella época algunos ricos que al igual que los de hoy muchas veces habían hecho fortuna sin escrúpulo alguno y sin importarles demasiado la repercusión de sus actos en la sociedad en la que vivían limpiaban su mancha moral una vez al año sentando en su mesa a un pobre.

Será leyenda urbana, pero a mí me sirve para contar hoy lo mío. Y es que, como entonces, ahora parece que son muchos los que tienen moral y ética un día al año. El 25 de noviembre. De pronto toda Ceuta parece haberse volcado con la celebración del día contra la violencia de género. La UNED se ha sumado, el Gobierno local ha organizado actos, la Delegación del Gobierno también, el principal grupo de la oposición presenta una propuesta al Pleno del jueves y la enmarca en medio de esta vorágine, Juventudes Socialistas, unas jornadas, Comisiones Obreras, otras, las mujeres empresarias e incluso Procesa. Cada uno por su lado y todos a una para decir algo necesario: No a la violencia de género.

Perfecto. En un día o en dos Ceuta ha visto como se sucedían los actos para recordarle al santo varón que pegar y maltratar ya sea física o psíquicamente está mal. Suscribo, yo también. Pero… Hay un pero. Se aprecia falta de coordinación y excesiva concentración. Demasiadas convocatorias en tan poco tiempo. Despilfarro de recursos. Traca final de unos fuegos artificiales inexistentes el resto del año. Los ciudadanos no han podido participar en todo. Era imposible. Los medios no hemos podido cubrir todo con saciedad. Era imposible. El esfuerzo ha sido válido, pero sólo a medias.

Y lo peor es que quizás el viernes esté todo olvidado. El Centro Asesor de la Mujer seguirá intentando luchar contra esta lacra con políticas poco claras, a impulsos, con menos fondos de los necesarios y con una preocupante falta de transparencia y participación de más fuerzas que colaboren con la política de la administración local.

Los sindicatos seguirán sin acordarse de la Ley de Igualdad cuando negocien sus convenios. Sólo importa el euro y poco más. Lo dijeron sus propias compañeras llegadas de Madrid y Barcelona la pasada semana. La administración seguirá sin dar ejemplo. Tampoco lo hará la patronal. Los medios de comunicación tampoco preguntaremos más por el asunto, nos limitaremos a dejar en un breve las agresiones y detenciones mientras no muera nadie. Eso sí el día que muera alguien preguntaremos también todo de golpe. Recursos del CAM, de la Fiscalía, de la Policía Local, la Nacional, la Guardia Civil y querremos saber entonces hasta que comen los agresores detenidos en lo que va de año.

Pobre. Todo lo de estos días es una monumental comida ofrecida a un pobre. En este caso a unas pobres víctimas. No se pasa de ahí, de la condolencia colectiva. Una vez al año y para curar nuestra reblandecida y flexible moral.

El próximo 25 de diciembre, el próximo 25 de enero, el próximo 25 de febrero… Volverá a no haber nadie arropando a las diez de siempre en la concentración de la Plaza de la Constitución en contra de la violencia de género. Y entre mes y mes todo transcurrirá normal, sin recursos, sin atención, sin conciencia, sin la moral recordando que otras sufren. Tampoco es la solución acudir los 25 de cada mes a la concentración. Lo sé. ¡Ojalá todo fuera tan sencillo! Hay otras muchas cosas más necesarias que se deben hacer. Pero para muchos que estos días han participado en los actos quizás no supone tanto esfuerzo acudir los días 25 de cada mes a las ocho o las ocho y media a la Plaza de la Constitución y arropar a las víctimas y a quienes luchan contra el maltrato. Sería un primer paso que demostraría que la conciencia de Ceuta está viva. Que la moral no nos dura un día. Que nuestra solidaridad no entiende de fechas en el calendario.

A lo mejor es que en esta sociedad caballa, el dictador aún no ha muerto. O si lo ha hecho, las raíces que movían a aquella sociedad aún no se han regenerado por unas nuevas. Lo dejo ahí.