Sospechoso silencio


Los sindicatos están guardando un silencio más que sospechoso sobre la negociación de la relación de puestos de trabajo en la Ciudad Autónoma. Todo debe ir viento en popa y a toda vela en esa negociación. Sospechoso. Que después de tantos años de retraso no exista ni una sola queja. Yo que tiendo a pensar mal, interpreto este silencio como que tanto el Gobierno Vivas (tradicionalmente débil ante los sindicatos y temerosa de sus críticas en los medios) y los sindicatos están colocando a todos los suyos en donde querían. Exactamente en donde querían. Así ha venido sucediendo durante todos estos años en cada conflicto de las empresas municipales, siempre la paz llegaba tras la promesa de la administración de colocar a alguien sindical. Cada desmán de personal que ha realizado el Gobierno de Vivas (y han sido muchos) ha venido acompañado de un pacto sindical, yo coloco a estos y vosotros a estos otros, y así todo el mundo de acuerdo y feliz. En principio no debería ser mala cosa, crece el empleo en una época en la que escasea (22,25 por ciento de tasa de paro según los últimos datos). Lo que sucede es que después el presupuestos municipal se va engordando y queda dinero para encargar estatuas, peatonalizar calles y muy poco para poner en práctica políticas verdaderamente resolutivas y atender los problemas básicos y enormes que sufre esta ciudad.

Lo grave de todo esto es el cinismo que rodea a toda esta situación. El Gobierno ni tan siquiera acusa a los sindicatos, no levanta la voz por miedo o por incapacidad, supongo. O más probablemente por su humana tendencia a no desagradar ni enfadar a nadie para contar con la amabilidad de todos después en las urnas, claro. Las urnas, siempre las urnas. Es lo único que importa. Igual o más miserable aún es la excusa esbozada desde el Gobierno. Si no fuera por el sector público y el esfuerzo por la contratación (por la temeraria contratación) la situación del desempleo sería aún peor. Oiga, usted, Gobierno, se ha planteado alguna vez intentar emplear ese gasto en generar condiciones adecuadas para la proliferación de empresas privadas. A lo mejor no basta sólo con organizar unas jornadas en Ceuta para hablar de las reglas de origen. A lo mejor sería necesario pagar a todos los agentes de aduanas del país un seminario en Madrid sobre tal efecto y plantear ese seminario a los empresarios en Madrid y no en Ceuta. A lo mejor convendría pagar una oficina de presión en Bruselas (para por ejemplo trabajar a favor de una aduana comercial). Nada de nada, mejor colocar votantes bajo el confortable techo del supersalario del sector administrativo público con la esperanza de que sepan ser agradecidos.

Los sindicatos también son cínicos, como el que más. Porque luego denuncian en todo foro que se les permita el ingente gasto en personal del Gobierno local, cuando ellos son en parte responsables y culpables de ese error. Lo denuncian no sólo bajo las siglas de sus partidos afines, como pudiera ser el caso de Comisiones Obreras y el PSPC, sino también en el seno del Consejo Económico y Social sin disfraz alguno, en comandita de los empresarios (otros que se aprovechan de un Gobierno débil). No hay más que leer las recomendaciones que año tras año vienen realizando en su memoria sobre el “desmesurado”sector público. Sólo denuncian de oficio los concursos hechos a medida cuando no tienen acceso aunque sólo sea a una parte del botín.

Los empresarios también sacan provecho de la debilidad de este gobierno tan débil y complaciente de Juan Vivas, que ha malentendido y malinterpretado la atención al interés ciudadano. Lo que hace es otra cosa, más parecida a la sopa boba que a cualquier otra cosa.

La realidad económica de Ceuta llega a un absurdo sumo, si se apura, en la formación subvencionada con fondos europeos. Fíjense hasta donde llega que se crean empresas ad hoc, para optar a esta formación, que es muy nutritiva para las cuentas de resultados de cualquier empresa. Nada que objetar en el sector privado. Pero sí en el que no debería tener ánimo de lucro. No se entiende que los programas formativos para estas entidades se hayan convertido en un suculento negocio que nadie quiere perder. Confederación de Empresarios, Cámara de Comercio, los propios sindicatos y ahora también fundaciones creadas para optar a esta parte del pastel como la creada por la Academia Ecos. Nada que objetar, ojo, a que una empresa privada tenga inquietudes sociales, ojalá más siguieran el ejemplo. Pero sí al objetivo.

Algo falla en el sistema cuando con fondos europeos se crea un negocio para entidades sin ánimo de lucro al que ninguna está dispuesta a renunciar. El año pasado ya estuvieron a punto de llegar a la guerra, patronal y sindicatos. Y este año lo harán. Todos se oponen a la propuesta de Comisiones Obreras de redireccionar los fondos hacia los programas formativos integrales que vienen finalizando con éxito con la colocación del alumno en el sector privado. Se oponen para no perder beneficios. Veremos a ver en qué acaba la cosa, pero parece un tanto absurdo, que algo que no debería dar beneficios los dé y origine estos problemas.

La culpa no es de los sindicatos, ni tampoco de los empresarios. A los dos los quiero yo mucho, a los primeros les pido que me defiendan de los abusos del empresario, a la patronal para que abuse de mí y me deje comer todos los días. No se me enfaden, por favor, que saben que digo verdad. La culpa es de una política errónea impulsada desde la debilidad de un Gobierno sin más idea que la de perpetuarse en el poder aunque sea a base de negligencia y de comprar votos, mediante contrataciones.

Algunas soluciones he ido apuntando. Haría falta una verdadera voluntad de apostar por una política económica que tratara de impulsar de una vez por todas la creación de negocios rentables, apostar por las relaciones comerciales con Marruecos, por las reglas de origen, por bajar los costes del tráfico marítimo. Si se tienen que unir para ellos los empresarios quizás el Gobierno podría hacer de mediador y facilitarles la creación de una especie de cámara de compensación. A mí no me pagan para gobernar y se me ocurren ideas, imagino que a otros más. ¿Cuál es el motivo por el que ni se intentan poner en marcha una sola de las medidas que pudieran contribuir a mejorar la economía de forma radical? Si yo fuera empresario casi seguro me iría de Ceuta. Algunos sólo creen ya en la construcción, y casi ninguno cree ya en Vivas. Pero han aprendido de él y en privado le dicen que es el mejor y que no se preocupe que cuenta con su apoyo. Veremos a ver si las encuestas no mienten o si a este pueblo no le entra un Levante de sinceridad y se pone la casa grandísima patas arriba.

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