¿Un acuerdo útil?

Editorial


Al final llegó el ansiado día, al menos para el Gobierno de la Ciudad, de la firma del acuerdo con el Ministerio de Administraciones Públicas. Un acuerdo que parecía no iba a llegar nunca y que incluso en algunos momentos se veía más muerto que vivo. Sin embargo, el documento ya está firmado, y ahora toca realizar las pertinentes valoraciones sobre la importancia real o no del mismo. Ceuta al día explicó su posición hace meses y la reitera en estos momentos. Ceuta tiene muchos problemas, y lo que parece menos necesario es mayor financiación para un Gobierno que lo que requiere desesperadamente son ideas, pero no dinero. La Ciudad ya cuenta con ingentes fondos públicos que son dilapidados cada año en propuestas absurdas y gastos superfluos, que en el peor de los casos están destinados al pago de favores o a aumentar el ego de unos pocos. Pero lo más grave es la referencia al consenso para la reforma estatutaria. Una circunstancia que pone de manifiesto, una vez más, las dificultades con las que se encuentra esta tierra para hacer cumplir algo tan simple como la Disposición Transitoria V recogida en la Constitución Española.

Mucho se ha afanado el presidente Vivas en reiterar que la reforma estatutaria y el acuerdo con el MAP era "ámbitos políticos distintos". Sin embargo, tanto el presidente como el ministro han dedicado buena parte de sus respectivos discursos a aclarar que este acuerdo no supone la defunción de facto de la aspiración autonómica ceutí. Nunca se había hablado tanto de un asunto que según los propios protagonistas no eran el que tocaba hoy.

Cada cual debe realizar su propia valoración y decidir si este acuerdo supone una traición o no. Lo que queda claro es que, desde luego, no ayuda en nada a una de las reivindicaciones clásicas de este pueblo. Aunque, por desgracia, Ceuta ya no es la que era y los ciudadanos antaño batalladores en sus deseos de autonomía parecen hoy adormilados y conformistas ante una nueva zancadilla a los ceutíes. Una población adocenada, en parte por los políticos, tanto nacionales como locales. Los primeros con sus ventas de grandes proyectos que nunca llegan y sus llamamientos a la tranquilidad, los segundo con años de políticas de enchufismos y amiguismos que hicieron a los electores rechazar cualquier opción que no venga de más allá del Estrecho. En parte también a unos medios de comunicación que en muchos casos han perdido sus señas de identidad, más preocupados en la contabilidad y la cuenta de resultados que en la defensa de Ceuta y los ceutíes, en la lucha aguerrida de unos derechos inalienables que llevaron a miles de ciudadanos a tomar las calles, que llevó la justa reinvidación de Ceuta hasta las mismas calles de Madrid o el interior del Parlamento para, con pancarta y a salto de mata si era necesario, exponer lo que el Estado debe a Ceuta y se niega a darle.

Dice el ministro Sevilla que desconoce si ser comunidad autónoma es algo importante para los ceutíes. Desde luego para el PSOE y para el PP parece no serlo. Por desgracia, ya tampoco se conoce la posición de los ciudadanos de esta ciudad. Sí podermos afirmar de forma clara y rotunda la de este medio. Ceuta tiene que ser comunidad autónoma, y sin perder ni un solo minuto más. Esa es nuestra postura y nuestra bandera, la que defenderemos guste o no, mientras nos quede un hálito de voz, una sola línea que escribir.