El delegado se equivoca

Editorial


Un día más el delegado del Gobierno ha comparecido ante los medios y un día más Jenaro García Arreciado ha cometido un error flagrante al lanzar a los cuatro vientos unas declaraciones que debería haberse pensado dos veces. Si el breve historial de García Arreciado en Ceuta ya contiene una buena dosis de desafortunadas declaraciones, el delegado puede haber cometido hoy el mayor error desde que llegó la ciudad.

Son muchas y muy desafortunadas las respuestas ofrecidas esta mañana por un representante del Gobierno central en Ceuta, que ha iniciado el peligroso camino de identificación entre persona y poder, tan dañino y perjudicial para los intereses generales. El señor García Arreciado parece haber olvidado que ni tan siquiera el mismísimo presidente es el Gobierno, ya que el Ejecutivo es un organo colegiado. La igualdad entre poder y persona es un triste recuerdo de las dictaduras totalitarias que no debe tener en absoluto cabida en una sociedad democrática.

Por todo esto el delegado del Gobierno debería retractarse de sus declaraciones de esta mañana y pedir perdón a todos los ceutíes, que no merecen contar en la Delegación con una persona que pueda llegar a dicho grado de megalomanía. Pero si todo esto fuera poco, Jenaro García Arreciado se permite el lujo de amenazar a  toda la ciudad por su enfrentamiento con los agentes sociales, afirmando que si le echan un pulso va a ser malo para Ceuta. Este discurso de matón barriobajero y de amenaza barata no puede consentirse en un cargo político de dicha importancia, menos aún jugando con el destino de un pueblo que ha visto en demasiadas ocasiones que Madrid queda muy lejos de Ceuta.

Todavía falta un año y medio para llegar al final de la Legislatura, y si la crispación continúa por estos derroteros es difícil pensar cómo puede acabar todo. Es muy complicado que se cambie de nuevo al habitante de la Plaza de los Reyes, por lo que el señor García Arreciado haría bien en reconducir la situación y lograr alcanzar la paz con los agentes sociales, que al fin y a la postre representan a la gran mayoría de los ciudadanos ceutíes. En caso contrario, Ceuta no puede permitir ni un segundo más que el representante del Ejecutivo, que tiene que velar por su cuidado y mantenimiento, amenaze el futuro de la ciudad. Si las declaraciones sobre la ya tristemente famosa "cédula de reflexión" fueron un grave traspiés, hoy el delegado ha faltado a Ceuta y a los ceutíes, en una desafortunada aparición pública que exige rectificación inmediata.