Ceuta ha vivido durante años bajo el anhelo del cumplimiento de la tristemente celebérrima Disposición Transitoria V. Un sueño inalcanzable que llevó a miles de ceutíes a las calles, que se convirtió en el objetivo común de un pueblo que luchó unido por mantener su identidad y por dejar a Ceuta dentro del marco administrativo recogido en la Constitución.
Lo máximo que se consiguió fue el vago título de Ciudad Autónoma, que dejaba aún más arrinconada si cabe a Ceuta dentro del panorama español, con la triste convicción de que jamás sería una autonomía de pleno derecho como las demás. Sin embargo, el actual proceso parecía permitir por fin esa vía, la enormemente deseada conversión de Ceuta en Comunidad Autónoma. Pero los plazos se cumplen y Ceuta sigue prácticamente al inicio de camino, con mucho terreno que recorrer en muy poco tiempo. Los políticos locales están obligados a sacrificarse y trabajar por la voluntad de los ceutíes, dejando al margen ideologías y rencillas personales. De lo contrario, su traición a Ceuta y los ceutíes no podrá ser borrada ni tan siquiera por el paso del tiempo.