Supende el MAP, suspende la Ciudad

Editorial


El presidente por fin ha comparecido para dar su valoración con respecto a la respuesta del MAP a la propuesta de autogobierno y financiación presentada por Ceuta y Melilla, que ha calificado de insuficiente. Una impresión negativa que, como ya se esparaba, no ha llegado a los niveles de indignación de la ciudad hermana, pero ya se sabe que Vivas no es Imbroda y el presidente ceutí no conoce otro camino que el de la moderación, como el mismo ha reconocido, aunque en este caso no ha conducido a ninguna parte, también según sus propias palabras. Al final, tras meses de comisiones, estudios y reuniones todo sigue igual. Suspende el MAP por no aceptar las demandas de Ceuta y Melilla, pero también suspenden la Ciudad por presentar propuestas incomprensibles.

Porque nadie entiende el empecinamiento del Gobierno de Juan Vivas en recuperar las competencias de Urbanismo, que hoy queman las manos de miles de políticos en toda España. Porque no se entiende la negativa a aceptar la gestión compartida del Imserso y Empleo si no se puede elegir a dedo a su responsable. ¿Deben pensar los ceutíes que el único interés que tenía el Gobierno era el de dar un nuevo alto cargo a algún afiliado del PP? Seguramente no, pero la sensación que da es, tristemente, esa misma.

También resulta muy difícil comprender por qué el Gobierno intenta lograr por la vía de la negociación con el MAP lo mismo que recoge pero ampliado el nuevo Estatuto de Ceuta, pese a que el presidente hable de "planos políticos distintos", enrevesado eufemismo que nadie parece terminar de discernir, pero que por mucho que se niegue también parece mostrar una nula confianza en el futuro de Ceuta como Comunidad Autónoma.

Cabos sueltos y peticiones incomprensibles en una negociación que no debe haber sido muy fluida, si el Gobierno central no ha terminado convencido de la necesidad de dotar a Ceuta y Melilla con más fondos para la atención a menores extranjeros. Un laberinto político de difícil salida en el que, de nuevo, los que han quedado atrapados en su interior y condenados a la muerte por inanición son los de siempre, los pobres ilusos ciudadanos de Ceuta.