Mañana se celebra, internacionalmente, el día de la lengua materna desde que en 1.999, la UNESCO, proclamó el día internacional del idioma materno para promover el reconocimiento y la práctica de las lenguas nativas. Los expertos y expertas en la materia, dicen que “desde que el ser humano empezó a hablar, unas 30.000 lenguas han desaparecido”, y que, en la actualidad, “de las 6.000 o 7.000 lenguas del mundo, unas 3.000 están en peligro de extinción”. Además de ello, la Declaración Universal de los Derechos Lingüísticos indica que: “toda comunidad lingüística tiene derecho a usar su lengua y a mantenerla y potenciarla en todas las expresiones culturales”, por lo que hay que defender el derecho a hablar la lengua materna, al igual que a apreciarla.

En Ceuta, la mitad de la población local hablamos (también) el árabe porque fue lo primero que escuchamos durante nuestros primeros meses de vida, porque es una de las lenguas con la que nos identificamos y porque lo usamos habitualmente. Lo utilizamos para comunicarnos y para expresarnos, porque es un valor añadido de nuestra cultura y porque ninguna persona debería perder algo que forma parte de su identidad.

Aún así, y por diferentes motivos, en muchas ocasiones sobre el árabe ceutí se ciernen las sombras de la sospecha y la de los complejos. La sombra de la sospecha, amparada en el miedo a lo que se ignora, hace que haya quienes creen intuir y prever una serie de absurdas y ridículas conspiraciones cuyo detonante es que tenemos un habla similar al que se utiliza en el norte del país vecino. A partir de ahí comienzan las confusiones, tergiversaciones y manipulaciones siempre carentes de otro fundamento más que el miedo y es que la ignorancia es muy atrevida.

En cuanto a la sombra de los complejos hace que lejos de que todos, sin excepción ni fisuras, nos sintamos orgullosos de la riqueza y de la diversidad cultural de Ceuta hay quienes sienten cierto complejo de inferioridad con el resto de españoles. Lo que es y debería ser tratado como una peculiar fortaleza de la población ceutí, muchos lo ven como una debilidad, y suele ser uno de los motivos que ocasionan que haya quienes tengan que estar constantemente reivindicando su nacionalidad.

Además de ello, muchas veces se ha intentado culpabilizar a la lengua materna del fracaso escolar de muchos chicos y chicas de nuestra ciudad. Evidentemente, si hablar el árabe ceutí fuese motivo de fracaso, ninguna persona que la hable habría podido formarse, con lo que ese argumento cae por su propio peso, y muchas veces, se pierde más tiempo con lamentos por una determinada situación en vez de trabajando por encontrar soluciones y alternativas. Lo preferible sería aprovechar ese plus con el que llegan algunas personitas a la escuela y con ello intentar potenciar su rendimiento. Es el mismo caso de algunos niños y niñas descendientes de ingleses: llegan a la escuela hablando solo el idioma que han escuchado en sus casas hasta ser escolarizados. Sin embargo, nos parece asombroso que con esa edad manejen su lengua materna mejor de lo que lo hacemos otros pese a haberla estudiado y desde luego no nos parece que sea un obstáculo a su formación, si no todo lo contrario… ¿Por qué no tenemos la misma percepción del que llega al colegio hablando árabe ceutí?

Los problemas que influyen en el fracaso escolar de las futuras generaciones de Ceuta pueden estar relacionados con variables de tipo socio-económico, de no acertar con la metodología empleada y, a veces, con el desinterés de algunos padres y madres pero desde luego, la lengua materna no es ningún problema.

Quienes tengan interés en ampliar su información acerca de la lengua materna de miles de ceutíes, tendrán la oportunidad de hacerlo mañana a partir de las 19.00 horas en la UNED donde la experta Ángeles Vicente profundizará en el tema.