- ¿Se puede dulcificar la hiel?  La respuesta es evidente. Tanto como que no se nos puede intentar convencer de que el rescate financiero a nuestro país es algo positivo.

Ni las palabras del Ministro de Economía ni las del Presidente del Gobierno, que se ha visto obligado a dar la cara a pesar de haber intentado evitarlo, han tenido el efecto que ellos pretendían.

Todo lo contrario más bien.

El sentimiento de indignación crece y crece. Lógico. Estamos hartos y hartas de que se nos intente tomar por tontos (por lo menos).

Estamos sumidos en una situación que la población no ha provocado y a la que sin embargo se carga con el peso de su resolución.

Hemos tenido gestores tan pésimos durante los últimos años que ni las vieron venir, ni las saben remediar cuando llegan.

Hemos llegado a unos extremos en los que los tipos de interés que pedirían los inversores para continuar con los préstamos serían demasiado altos, insostenibles. Frente al más del 6% que piden para los bonos españoles a diez años, a Alemania se le pide poco más del 1%, esa diferencia entre uno y otro es la súper famosa prima de riesgo, que hasta los niños y niñas mencionan como si conocieran personalmente. Los rescates que han tenido lugar en Europa, de Grecia, de Irlanda y de Portugal llegaron porque los inversores pedían aproximadamente el 7% por el bono a diez años.

El rescate financiero no es la única opción que existía. También cabía la posibilidad de que nuestro país se negase a pagar la deuda (con sus ventajas e inconvenientes) o de renegociarla (aumentando los plazos por ejemplo) sin embargo, se ha optado por el rescate, aunque los del gobierno no lo hayan querido llamar de esa manera. Es como si el Alcalde de nuestra pequeña, dulce y marinera ciudad dijera que nuestro ayuntamiento no está endeudado hasta las cejas, si no que simplemente tiene unos compromisos bancarios adquiridos para tener bonita nuestra población.

¿Y por qué hemos llegado a esta situación? Partiendo de la base de que el país financia los servicios que se ofrecen a la ciudadanía con lo que se recauda por impuestos, llega un momento en que la cantidad recaudada es insuficiente y se busca ese dinero en los mercados financieros emitiendo deuda pública y que supone pedir un préstamo (a devolver con intereses en un plazo determinado) pero cuando, como ahora, el tipo de interés que nos piden por ese préstamo es tan elevado la situación se hace insostenible y se acude al rescate, en nuestro caso financiero.

Y, evidentemente, aceptarlo supone aceptar también su letra pequeña.

Una letra pequeña en virtud de la cual habrá que aplicar medidas de reforma muy concretas. Por ejemplo, a Grecia se le impuso despedir a alrededor de 150.000 trabajadores públicos en los próximos dos años, que los presupuestos fueran aprobados por la troika antes que por el Parlamento griego, recortes en pensiones, gastos sanitarios o reducción del salario mínimo interprofesional entre otras.

Encima, tenemos un gobierno al mando cuya credibilidad ni está ni se espera y que ha pasado de decir que bajo ningún concepto y de ninguna de las maneras España iba a ser rescatada a tener que rendirse ante las evidencias, aun sin querer reconocerlo públicamente, y en el que el Presidente del Gobierno, aparece para decir que esto es algo muy bueno, que no es un rescate si no una línea de crédito (¿?!!¡) y que es él quien ha presionado.

A disfrutar de la Eurocopa.