- Hay algo en el término integración que no me gusta. Algo que desde que tengo uso de razón no me ha gustado.

Especialmente, cuando se habla de la integración de las personas musulmanas.

Es como si por tener una fe determinada te consideraran extraño o ajeno a tu propia tierra y por tanto, al margen de tu propia identidad.

Es como si te consideraran parte de quienes, en un mismo equipo, son de una categoría inferior.

Siempre ha existido una especie de sombra que algunas personas pretenden que acompañe, indisolublemente unida, a un determinado origen cultural, a una concreta creencia.

Pero no pretendo que parezca que enfoco mi opinión desde un punto de vista victimista.

Nada más lejos de mi intención.

Más bien pretendo hacerlo desde la perspectiva del cansancio y del hartazgo que supone, que cada cierto tiempo, te traten como a un elemento extraño, como a efectos de intentar inculcar en el subconsciente de cualquiera que no eres tan español/a como las demás personas del país. Es lo que me vino a la mente cuando hace unos días leía que una representante del gobierno del PP local participaría en unas jornadas sobre “integración de la comunidad musulmana en España” organizadas por el Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista por encargo del Ministerio del Interior, aportando la ponencia titulada “la ciudad autónoma de Ceuta como vertebradora de la convivencia”.

Ya de por sí, la mezcla puede inducir a asociar a toda una comunidad de la que forman parte millones de personas a algo negativo (por enésima vez) teniendo en cuenta el nombre del Centro Nacional que organizó las mismas (de coordinación antiterrorista) . La falta de tacto puede haber sido inconsciente o tendenciosa, pero de uno u otro modo hace que haya quienes al leer esa información puedan asociar toda una comunidad a algo tan siniestro, macabro y detestable como el terrorismo.

Cualquier persona que vaya a vivir a un país distinto al originario tiene que conocerlo, participar en él e implicarse en todos los niveles posibles, pero muchas veces se obvia (interesada o subconscientemente) que de entre la población o comunidad musulmana española, hay varios miles de personas, que llevan décadas y generaciones familiares compatibilizando religión y nacionalidad como algo normal de sus rutinas. Sólo hay que ver la población ceutí y la melillense como claro ejemplo de ello, pese a que a algunos no les agrade esta realidad.

Sincera y personalmente: no me quiero integrar, no.

No me quiero integrar porque formo parte de esta sociedad, apellidándome Hamed (con mucho orgullo) soy tan española como cualquier otro a no ser que por ser de una religión diferente no se me considere como tal.

Que yo sepa, las cuotas de mi hipoteca no dependen de mi religión.

Y los impuestos que pago tampoco.

Y por supuesto, no soy ni mejor, ni peor, simplemente soy diferente.