Estamos en plena campaña preelectoral en España. Zapatero sigue con sus propuestas imaginativas de reparto presupuestario para captar el voto de los sectores más indecisos. Magdalena continúa sin asumir responsabilidades. Aunque se caigan a pedazos las casas por donde pasa el dichoso AVE. La cuestión es inaugurar como sea la estación del tren antes de las elecciones. En el Tribunal Constitucional se baten a pecho descubierto los dos grandes partidos nacionales, recusando Magistrados en razón de sus intereses políticos, sin importarles para nada la alta misión que en teoría tienen encomendada.

Pero no me refería yo a este calentamiento general de la política española, sino al calentamiento global del planeta y a su nuevo predicador, Al Gore. La verdad es que el diseño de la campaña mediática que le acompaña, igualmente, es merecedora del Oscar y del Premio Príncipe de Asturias. También en sentido contrario, pues en poco tiempo sus detractores han conseguido que una afirmación científica bien fundamentada sea puesta en duda por haber creado una alarma social (¿innecesaria?).

Se le atribuye a Einstein la frase, desmentida por los guardianes de su Archivo Oficial en Jerusalén, de que 'si la abeja desapareciera de la Tierra, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida: sin abejas no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres'. Lo cierto es que hace poco tiempo se nos informaba de la misteriosa enfermedad que estaba acabando con las abejas en Estados Unidos. Y en un magnífico reportaje periodístico en el Magazine del diario El Mundo, de Juan Carlos Rodríguez, se nos avisaba de que esta alta mortalidad en las abejas era un indicador natural que estaría alertando de que el modelo agrario y ganadero actual es insostenible.

Pero no tenemos que recurrir a informes periodísticos o científicos. Cualquiera de nosotros que sea de mediana edad recordará que los inviernos de antes eran más fríos, que llovía más en otoño, que las primaveras eran cálidas y que los veranos no eran tan calurosos. Y sobre todo, que cuando llovía no lo hacía de una forma tan pertinaz y contundente, y no provocaba la cantidad de desastres que suceden en la actualidad. Ahora bien, dilucidar si esto es como consecuencia de la contaminación que provoca el hombre y su desarrollo, o se debe a los ciclos de la propia naturaleza, corresponde a los científicos.

En el video de Al Gore se explica con toda claridad, con datos científicos, que el calentamiento global que se ha producido en los últimos años, desde la revolución industrial, supera, con mucha diferencia, a lo ocurrido en cualquier período anterior de la historia de la humanidad. Pero también hay otros científicos, por ejemplo el español Manuel Toharías, que creen que el cambio climático producto de la acción humana es una invención de los medios de comunicación, ya que no se tienen mediciones representativas del clima más allá de 30 años.

De cualquier forma es claro que la mano del hombre y el sistema de vida actual es insostenible, desde el punto de vista energético. Pero también es evidente que los avances científicos de los últimos 100 años superan a todos los de los miles de años de existencia humana sobre la Tierra. Por ello, no me cabe duda alguna de que la imaginación humana, que es ilimitada, sabrá encontrar solución a los problemas medioambientales actuales.

Con esto lo que intento decir es que, por un lado debemos ser sensibles a los avisos que nos dan los científicos y la propia naturaleza. Pero por otro, tampoco debemos llevar la alarma hasta el límite de crear un nuevo 'catecismo' que fomente el enfrentamiento y el fanatismo. El desarrollo económico actual es fuente de progreso, pero también de problemas medioambientales. Y para que sea sostenible precisa un profundo cambio en nuestras formas de vida. Por ello, lleva razón Al Gore cuando nos dice que la crisis climática se ha convertido en un objetivo moral.

Este es el auténtico debate, que no he visto ni leído en la campaña de calentamiento global de nuestra política doméstica.