La pasada semana, coincidiendo con el 32 aniversario de la Marcha Verde de Marruecos sobre el Sahara Occidental y con la sentencia del 11 M, en la que las penas más graves recayeron sobre los marroquíes Jamal Zougam y Otman el Gnaoui, los Reyes de España visitaron las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla, por primera vez en su reinado. El hecho, independientemente de las motivaciones políticas, es de una importancia extraordinaria de cara al futuro político de ambas ciudades. El recibimiento dado a los monarcas ha estado a la altura de estas circunstancias. También algunas de las propuestas políticas realizadas. Bajo mi punto de vista, ha sido interesante la planteada por el Partido Socialista del Pueblo de Ceuta de que se dé el nombre de una calle de la Ciudad al Presidente Zapatero.

No soy partidario de que las calles tengan nombres de personas. Sí de animales, plantas o paisajes, por ejemplo. En primer lugar, porque los nombres de las calles deben servir para ser localizadas, no para inmortalizar a nadie. Si a alguien se le debe recordar ha de ser por sus buenas o malas acciones, por lo que deje hecho para beneficio o perjuicio de los demás. Y para esto, aparte de las acciones en sí mismas, están los libros, que son la mejor universidad en estos días, como se recoge en una de las sentencias expuestas en las paredes de la biblioteca del Congreso de los EEUU, 'The true university of these days is a collection of books'. En segundo lugar, porque soy contrario a esa manía que tenemos los humanos de idolatrar a otras personas. También de demonizarlas cuando ya no nos interesan. No obstante, puede haber excepciones.

La Marcha Verde fue una estrategia diseñada por Marruecos para anexionarse el Sahara Occidental por las bravas, a consecuencia del dictamen del Tribunal Internacional de Justicia de las Naciones Unidas del 16 de octubre de 1975, que ratificaba los planes de la ONU sobre el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación. Aprovecharon un momento de debilidad política en España, el 6 de noviembre de 1975, para realizarlo, movilizando a más de 300.000 ciudadanos y a 25.000 soldados, sabedores de que la legión española no iba a disparar contra el pueblo marroquí. Violaron el Derecho Internacional.

De la misma forma, a pesar de que ni Ceuta ni Melilla están consideradas como colonias por la ONU, al contrario de lo que ocurre con Gibraltar, las autoridades marroquíes siguen reclamando estos territorios como parte del suyo. Y además continúan hablando, la última vez la pasada semana, por boca de su primer ministro, del famoso grupo de reflexión que diseñaría una supuesta cosoberanía de ambas ciudades durante un período transitorio. Alguno de los asesores del Presidente Zapatero comparten estas tesis. Y el Secretario de Organización del Partido Socialista, José Blanco, no se ha aprendido aún que Ceuta y Melilla están en España y no en Marruecos. Espero que la visita del Rey no haya sido consecuencia de la prevista ofensiva diplomática de Marruecos sobre éste asunto, ni que éste movimiento de ficha por nuestra parte haya sido una especie de trueque a cambio de ser más comprensivos con las tesis del vecino país respecto al Sahara, pues en ese caso se trataría de una traición al pueblo saharaui inasumible para un demócrata.

La Ministra de Administraciones Públicas ha dicho que la visita real se ha hecho por decisión del Rey. Los dirigentes del Partido Socialista, que la misma ha sido consecuencia de las buenas relaciones que tenemos con Marruecos, aunque no nos explican el por qué éstos han llamado a consultas a su Embajador. Lo que es claro es que la esperada visita real se ha producido durante la presidencia de Zapatero y, supongo, que con el visto bueno del Ejecutivo, dada la trascendencia diplomática de la misma. Durante el Gobierno del Partido Popular no se hizo.

Por ello, la propuesta de dar el nombre de una calle al Presidente Zapatero me parece oportuna. Pero sobre todo me parece una propuesta inteligente, que está sirviendo para generar debate y para que salgan a relucir las mezquindades de unos, y las vanidades de otros. Ahora parece que todos han sido artífices del evento. Pero, si le damos una calle a Zapatero, y después resulta que nos traiciona, a nosotros o al pueblo saharaui, siempre habrá tiempo de quitársela. Y esto sí que sería una auténtica reprobación de su equivocada política.