En el primer trimestre del año se publicó la revista Cuadernos de Información Económica, de la Fundación de Cajas de Ahorros (FUNCAS), en la que se abordaba la crisis económica española desde la perspectiva regional. En ella se hacía un análisis de los principales indicadores económicos, y de los datos de convergencia de las distintas regiones españolas durante el pasado año 2008, incluyendo las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla. Y la verdad es que no quedamos muy mal parados, en comparación con el resto de territorios españoles. Es más, en algún indicador destacamos por ser los primeros, en positivo. Aunque en otros, también ocupamos los primeros puestos, pero en negativo. Veamos.

 

Lo primero que hace el análisis es situar el PIB nacional durante 2008, a efectos comparativos entre todas las regiones. El crecimiento estuvo en torno al 1,15 por ciento, a precios básicos, y al 1,19 por ciento, a precios de mercado. Todas las comunidades autónomas experimentaron un crecimiento positivo cercano a la media nacional. Pero de todas ellas, las dos primeras fueron Melilla, con el 1,99%, y Ceuta con el 1,97%, seguidas de Navarra, País Vasco y Baleares. Para hacernos una idea, Andalucía se situó en el 1,09%, cantidad inferior a la media nacional, quedando en los últimos puestos de la tabla. Es decir, fuimos la segunda región de mayor tasa de crecimiento de todo el Estado. Entonces, ¿dónde está nuestra crisis endémica?.

 

Claro, si seguimos con los indicadores, vemos que por tasa de paro (17,14%), nos encontrábamos entre las cuatro primeras, junto con Canarias, Andalucía y Melilla, por encima de la media nacional del 11,34%. Esto llevó a que nuestra tasa de actividad (relación entre la población activa en edad de trabajar y la población total de esa misma edad), también fuera de las más bajas, el 54,31%, por debajo de la media nacional, que se situó en el 58,89%. Y por esta misma razón, nuestra productividad se incrementó en el 2,17%, no porque nos haya dado a todos por producir más, sino porque si el PIB crece y la población ocupada disminuye, estadísticamente significa que menos personas producen más (o también, que ganan más).

 

Pero si ahora nos vamos a los indicadores por sectores productivos, observamos que en los únicos en los que superamos la media nacional son en los de agua y energía (1,90 frente a 1,72). Ni siquiera en el sector de servicios públicos, en el que nos situamos en un crecimiento del 3,2%, frente a un 3,9% a nivel nacional. Y donde fue realmente sangrante fue en la industria transformadora, que nos situamos en un negativo 5,57%, mientras que a nivel nacional solo disminuyó su crecimiento en el 2,65%. De la misma forma, en la construcción retrocedimos un 2,55%, algo menos que en el conjunto nacional, que lo fue del 2,74%. Es decir, que nuestro crecimiento económico no fue tan espectacular como parecía a simple vista. Aunque si analizamos la renta por habitante, la situación cambia algo. Así, nuestro PIB per cápita, a precios de mercado, alcanzó la cifra de 24.480 euros anuales, por debajo de los 25.393 euros de media nacional.

 

Y si nos fijamos en la evolución de la población, vemos que, aunque la misma se incrementó en un 0,77%, porcentaje inferior al 1,63% nacional, sin embargo el total de activos se incrementó en el 8,62%, muy por encima del 2,96% nacional. Esto explicaría por qué tenemos más parados. No porque la gente se apunta más a las listas del paro para percibir prestaciones no contributivas, como indican algunos, sino porque nuestra población joven es también superior a la nacional. De ahí el peligro de fractura social del que muchos estamos avisando hace tiempo, al combinar estas cifras con las de fracaso escolar.

 

La guinda del informe está en los índices de convergencia con Europa, que estaríamos por encima del 100%. Todo ello nos hace situarnos, según FUNCAS, en la denominada cuadrícula sobresaliente en desarrollo económico regional, que son las autonomías que crecieron por encima de la media y que siguen sosteniendo un índice de desarrollo por habitante superior a la media española, durante el período 2000-2008.

 

Sin embargo, la realidad de Ceuta es otra. Sobre todo para aquellas personas que no pertenecen a esa enorme masa de funcionarios que tienen garantizado su sueldo y sus subidas anuales. Es decir, quizás no se tuvo en cuenta en el informe el efecto estadístico del pollo. Aquél de los dos amigos que se comen medio pollo estadístico cada uno, pero que en realidad uno no comió y el otro se lo comió entero.