El próximo 27 de mayo se celebrarán las elecciones municipales, las primeras con Zapatero en el poder. Aunque nadie las califica de primarias, van a ser unas elecciones de una extraordinaria importancia para todos. Para los socialistas, porque van a comprobar el apoyo popular a sus políticas de gobierno. Para los populares, porque van a ver si las manifestaciones, a las que no estaba acostumbrada la derecha, les son rentables electoralmente. Para la autodenominada izquierda abertzale vasca, porque van a poder volver a las instituciones más cercanas a los ciudadanos, para así poder seguir utilizando los mecanismos del estado democrático para conseguir su independencia, pero además, ¡sin renunciar a la violencia, y sin reconocer ninguno de sus errores!, faltaría más. Para el resto de ciudadanos, para ver si a sus Ayuntamientos acceden políticos con afán de servicio público o, por el contrario, con ambición de poder, exclusivamente.

Para Ceuta son también muy importantes. Bajo mi punto de vista, las más importantes desde que llegué a esta ciudad hace ahora 17 años. Primero, porque nos encontramos en una falsa “arcadia feliz”, construida sobre la artificial mayoría absoluta del Partido Popular, que a su vez tiene su origen en la creencia de que son los únicos depositarios de la supuesta “españolidad” de Ceuta y de las “esencias cristianas” de nuestra civilización; segundo, porque no existe una auténtica oposición política dentro de la Asamblea, si entendemos por tal a la que tiene una mínima posibilidad de gobernar; tercero, porque los grupos que parece que van cobrando cada vez más fuerza electoral están demasiado polarizados, o identificados, con algunas de las tendencias religiosas de la población, lo cual nunca es bueno cuando se mezcla con la política, como se ha encargado de mostrarnos la historia y se puede comprobar a diario en muchos países; cuarto, porque cada vez son más, y más fuertes, las reivindicaciones territoriales sobre Ceuta y Melilla por parte de Marruecos, y más clara la indefinición del gobierno central español al respecto; y quinto, porque la única formación política que sigue defendiendo en nuestra ciudad con fuerza su españolidad y su conversión en Comunidad Autónoma, pero sin olvidar los problemas cotidianos de sus ciudadanos, y que podría servir de equilibrio entre estas peligrosas derivas de la vida política, y de paso, de ariete político frente al Gobierno central, se encuentra fuera de la Asamblea de la ciudad.

Respecto a esa “arcadia feliz” en la que nos quieren hacer creer que nos encontramos, sólo bastan unos cuantos datos. Así, hemos de entender que el crecimiento de la economía ceutí está condicionado, además de por su indefinido régimen político, por las diferencias en la dotación de factores productivos, como por ejemplo, la dotación de capital en relación a la población, que queda muy alejado del promedio nacional (68%). También las tasas de desempleo son mucho mayores en Ceuta que en el resto del país. La debilidad de la actual estructura productiva también se ve reflejada en el creciente proceso de deterioro en el comercio exterior de Ceuta. Las relaciones comerciales muestran una evolución doblemente negativa respecto al exterior y al resto de España, no sólo han aumentado sus ventas (exportaciones) por debajo de la media nacional, sino que además sus compras (importaciones) han crecido un 37% más que en el resto del país, por lo que si no fuera por el comercio “irregular” con Marruecos, la situación sería aún más grave.

En lo referente a la cuestionada españolidad de Ceuta y Melilla, lo realmente peligroso en la actual situación, más que la permanente reivindicación de Marruecos respecto a la soberanía de ambas ciudades, con la que siempre hay que contar, sería la indefinición de nuestros gobernantes, aparentemente, en aras de unas buenas relaciones de vecindad, o de un deseo de no molestar a nuestros amigos marroquíes. Muchos piensan que es mucho mejor y seguro mantenerse en esta “indefinición”, que dar un paso al frente y cumplir con nuestra Constitución. En definitiva, en el mundo diplomático, a veces, lo que no se dice tiene más valor que lo que se escribe. De acuerdo, pero el problema es que mientras tanto, la ciudad y las esperanzas de sus gentes van languideciendo. Pero además, es que esto es un falso problema que puede estar ocultando algo más grave, como puede ser la falta de voluntad política de mantener el actual status político por mucho tiempo más (algún consejero de Zapatero así piensa), pues la postura de Marruecos sobre nuestras ciudades va a continuar siendo la misma, seamos Comunidad Autónoma, o no lo seamos, nos visite el Rey, o no nos visite. Y si eso es así, y lo sabemos, ¿por qué no se escoge el camino más valiente y jurídicamente correcto, como es el marcado por nuestra Constitución?. Con toda seguridad esto llevaría a un cambio radical a nuestra ciudad a todos los niveles y a un desarrollo económico comparable al del resto de territorios nacionales. ¿Será que esto es justamente lo que algunos quieren que no ocurra?.

Las Ciudades Estado medievales fueron aquellas que se encontraban en posiciones geográficas favorables con relación a las rutas naturales o vías de comercio, que como se formaron antes de los Estados nacionales de la edad moderna, se fortalecieron y basaron su economía en el comercio. Esta fue la idea en la que se basó uno de los ex altos funcionarios que definieron nuestro actual régimen fiscal, para justificar nuestra peculiaridad. Mónaco, Hong Kong, o Macao, son restos actuales de aquellas ciudades estado, con un desarrollo económico envidiable. Por tanto, nada hay de raro en reivindicar nuestra propia identidad y en que se nos apoye para poder desarrollarnos en igualdad de condiciones que el resto de territorios españoles. Precisamente, lo realmente perjudicial y perverso es no hacerlo.

En las próximas semanas asistiremos a toda una batería de propuestas y de actos electorales. Lo importante será que estudiemos con detenimiento las mismas y sepamos distinguir lo puramente propagandístico de lo auténticamente serio. Para Ceuta, en estos momentos, lo más urgente es su definición política y su encaje constitucional en la España de las autonomías. Decidirnos por esta opción será la mejor contribución que podamos hacer, los que vivimos y trabajamos aquí, para luchar por el futuro de esta tierra. Lo demás vendrá por añadidura.